/ sábado 25 de mayo de 2024

De trabajar en la pisca en California a contender por ser diputado migrante. Columna: Historias del Estado Número 33. (No. 78)

“La migración es ausencia, olvido…”, comentó el escritor español Juan Goytisolo Gay en un encuentro sobre mitos en la literatura. Una de las concepciones más recurrentes que se tienen sobre los migrantes es, precisamente, la falta de su presencia. Y no sólo en su seno familiar, al no poder disfrutar la vida a lado de sus seres queridos, también hacen falta en la dinámica social y política de sus lugares de origen. Sabemos de sobra que las remesas son un bálsamo que los migrantes han brindado para la reactivación económica y para mitigar el dolor provocado por su ausencia, sin embargo, su aportación debe ir mucho más allá. ¿Por qué no sumar a los migrantes desde otros ámbitos como el legislativo para que ayuden a tomar las decisiones que mejoren la calidad de vida de sus familias?


Antes de dar respuesta a esta cuestión, es oportuno hablar de la evolución participativa que han tenido nuestros paisanos en el México transnacional. Podemos tomar como referencia la figura de los migrantes en materia electoral. Hagamos un recuento. En 1998 se modificó la constitución para permitir la doble nacionalidad, abriendo la posibilidad de que la población mexicana asentada en otro país pudiera votar. No obstante, fue en el 2005 con el impulso del presidente Vicente Fox cuando se aprobó la reforma que permitía votar a los mexicanos en el exterior. Como recordaremos, en las elecciones presidenciales del 2006 triunfó Felipe Calderón por un margen “milimétrico”, del cual los migrantes se preguntaron: ¿mi voto fue factor para este resultado? Finalmente, en el 2014 se modificó la ley para que los migrantes pudieran elegir no sólo al presidente de la república, sino también a senadores y algunos gobernadores.


Como podemos ver, el tema de los migrantes en el marco electoral ha tenido una evolución muy fuerte. No obstante, la percepción que tienen muchos líderes migrantes sobre su papel en la vida política del país (y también de Estados Unidos) es que sólo han sido utilizados para ganar preferencias de voto. En este tenor, un migrante de la Ciudad de México llamado Enrique me dijo en una ocasión: “En muy pocos casos nos visualizan como protagonistas capaces de ser portavoces de las problemáticas sociales, y mucho menos nos creen preparados para liderar un proyecto que abone a la vida democrática de nuestro país”. A decir verdad, Enrique tiene cierta razón en la discriminación que han sufrido, pero, por otro lado y gracias a su liderazgo, los migrantes han ido ganando lugares cada vez más estratégicos en la vida política de México. Hoy los diputados migrantes son una realidad. Por citar un ejemplo, está el panista Raúl de Jesús Torres Guerrero, quien se convirtió en el primer diputado migrante de la Ciudad de México y el primer diputado votado por los mismos migrantes (y ahora va para la reelección). Así mismo, en la actualidad existen estados donde ya se analiza la posibilidad de contar con senadores y regidores migrantes.


Como hemos visto, la participación de los migrantes en el México transnacional no se ha detenido. Pero, ¿de qué depende que siga avanzando? De la voluntad política de quienes pretenden gobernarnos. Les he comentado reiteradamente que las candidatas y el candidato a la presidencia tienen frente a sí un capital inmensamente desaprovechado: los 40 millones de migrantes que radican en Estados Unidos. Si nos enfocamos a quienes puntean en las encuestas, mientras Claudia Sheinbaum atendió eventos en lugares restringidos de la Unión Americana para “hablar” con los migrantes sin permitirles hacerles preguntas; Xóchitl Gálvez, por su parte, no sólo ha propuesto un plan estratégico en el Senado para mejorar la vida de los migrantes, también los ha visitado en la pisca de fresa en California para escuchar sus demandas. Finalmente, al parecer la comunidad migrante se ha decantado por Xóchitl y le han depositado su confianza a tal grado que ya le solicitaron una Secretaría del Migrante.


La participación de los migrantes siempre será importante para México porque somos tierra orgullosamente de migrantes. Vivimos momentos históricos en los que se les debe mucho más que un reconocimiento al esfuerzo que realizan para salir adelante, llegó el día en que se les debe dar a los migrantes la oportunidad de estar en medio del análisis, debate y definición de los temas que trascienden en la vida de las personas. Samir Näir, filósofo francés, escribió: “Emigrar es desaparecer para después renacer… y no desaparecer nunca más”. La vida política les abre las puertas a los migrantes mexicanos para tomar asiento y discutir democráticamente el futuro de su país. Este primer paso de regreso a casa es, literalmente, para “no desaparecer nunca más”.

Dr. Juan Hernández

Analista de temas de migración

Facebook: @Juan Hernandez

Twitter: @JuanHernandezS

Instagram: dr.juanhernandez

“La migración es ausencia, olvido…”, comentó el escritor español Juan Goytisolo Gay en un encuentro sobre mitos en la literatura. Una de las concepciones más recurrentes que se tienen sobre los migrantes es, precisamente, la falta de su presencia. Y no sólo en su seno familiar, al no poder disfrutar la vida a lado de sus seres queridos, también hacen falta en la dinámica social y política de sus lugares de origen. Sabemos de sobra que las remesas son un bálsamo que los migrantes han brindado para la reactivación económica y para mitigar el dolor provocado por su ausencia, sin embargo, su aportación debe ir mucho más allá. ¿Por qué no sumar a los migrantes desde otros ámbitos como el legislativo para que ayuden a tomar las decisiones que mejoren la calidad de vida de sus familias?


Antes de dar respuesta a esta cuestión, es oportuno hablar de la evolución participativa que han tenido nuestros paisanos en el México transnacional. Podemos tomar como referencia la figura de los migrantes en materia electoral. Hagamos un recuento. En 1998 se modificó la constitución para permitir la doble nacionalidad, abriendo la posibilidad de que la población mexicana asentada en otro país pudiera votar. No obstante, fue en el 2005 con el impulso del presidente Vicente Fox cuando se aprobó la reforma que permitía votar a los mexicanos en el exterior. Como recordaremos, en las elecciones presidenciales del 2006 triunfó Felipe Calderón por un margen “milimétrico”, del cual los migrantes se preguntaron: ¿mi voto fue factor para este resultado? Finalmente, en el 2014 se modificó la ley para que los migrantes pudieran elegir no sólo al presidente de la república, sino también a senadores y algunos gobernadores.


Como podemos ver, el tema de los migrantes en el marco electoral ha tenido una evolución muy fuerte. No obstante, la percepción que tienen muchos líderes migrantes sobre su papel en la vida política del país (y también de Estados Unidos) es que sólo han sido utilizados para ganar preferencias de voto. En este tenor, un migrante de la Ciudad de México llamado Enrique me dijo en una ocasión: “En muy pocos casos nos visualizan como protagonistas capaces de ser portavoces de las problemáticas sociales, y mucho menos nos creen preparados para liderar un proyecto que abone a la vida democrática de nuestro país”. A decir verdad, Enrique tiene cierta razón en la discriminación que han sufrido, pero, por otro lado y gracias a su liderazgo, los migrantes han ido ganando lugares cada vez más estratégicos en la vida política de México. Hoy los diputados migrantes son una realidad. Por citar un ejemplo, está el panista Raúl de Jesús Torres Guerrero, quien se convirtió en el primer diputado migrante de la Ciudad de México y el primer diputado votado por los mismos migrantes (y ahora va para la reelección). Así mismo, en la actualidad existen estados donde ya se analiza la posibilidad de contar con senadores y regidores migrantes.


Como hemos visto, la participación de los migrantes en el México transnacional no se ha detenido. Pero, ¿de qué depende que siga avanzando? De la voluntad política de quienes pretenden gobernarnos. Les he comentado reiteradamente que las candidatas y el candidato a la presidencia tienen frente a sí un capital inmensamente desaprovechado: los 40 millones de migrantes que radican en Estados Unidos. Si nos enfocamos a quienes puntean en las encuestas, mientras Claudia Sheinbaum atendió eventos en lugares restringidos de la Unión Americana para “hablar” con los migrantes sin permitirles hacerles preguntas; Xóchitl Gálvez, por su parte, no sólo ha propuesto un plan estratégico en el Senado para mejorar la vida de los migrantes, también los ha visitado en la pisca de fresa en California para escuchar sus demandas. Finalmente, al parecer la comunidad migrante se ha decantado por Xóchitl y le han depositado su confianza a tal grado que ya le solicitaron una Secretaría del Migrante.


La participación de los migrantes siempre será importante para México porque somos tierra orgullosamente de migrantes. Vivimos momentos históricos en los que se les debe mucho más que un reconocimiento al esfuerzo que realizan para salir adelante, llegó el día en que se les debe dar a los migrantes la oportunidad de estar en medio del análisis, debate y definición de los temas que trascienden en la vida de las personas. Samir Näir, filósofo francés, escribió: “Emigrar es desaparecer para después renacer… y no desaparecer nunca más”. La vida política les abre las puertas a los migrantes mexicanos para tomar asiento y discutir democráticamente el futuro de su país. Este primer paso de regreso a casa es, literalmente, para “no desaparecer nunca más”.

Dr. Juan Hernández

Analista de temas de migración

Facebook: @Juan Hernandez

Twitter: @JuanHernandezS

Instagram: dr.juanhernandez