/ viernes 25 de noviembre de 2022

Esta es la “joya” en la colonia Las Joyas que seguro no conocías [FOTOS]

La mancha urbana rodea la Ex Hacienda La Joya que recientemente ha sido rescatada para convertirla en un salón de eventos

León, Gto.- (OEM-Informex).- Un recinto que surgió a partir de los repartos de tierra (1590-1610) es la Ex Hacienda La Joya, una verdadera pieza histórica de León que a través de los años pasó por varios dueños y mantuvo su esplendor intacto.

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De acuerdo con información del Archivo Histórico Municipal de León (AHML), este lugar se llamaba San Miguel de la Hoya, esta última palabra que se utiliza para nombrar una llamada entre montañas, como es el casco de esta hacienda, ubicada precisamente en el centro de tres cerros.

En su libro, “Haciendas de León, entre la realidad y la leyenda”, su autor Rodolfo Herrera Pérez, comenta que con el tiempo se fue deformando hasta ser reconocida erróneamente por “joya”, quizá por la aspiración del h.

En los documentos del AHML, se señala que son pocos los datos que se tienen de esta extensa propiedad, siendo el más antiguo el que refiere a una petición que Alonso de Ulloa hace en 1619 a Juan Sotomayor, quien era el Alcalde Mayor de León, para que le permitiera que se pasten en los ejidos, 600 cabezas de ganado que compró en Lagos y las tiene en el paraje que llaman “De la Hoya”.

NACE LA HACIENDA

La Hacienda de la Hoya se conformó a lo largo del siglo XVII, desarrollo que se debe al capitán Juan López de Castro y Busto, pero como muchas de las propiedades de esa época, pasó por varios dueños.

El capitán Alonso de Aguilar, quien desempeñó el cargo de teniente de Alcalde Mayor en la década de 1660, fue de pocos recursos, pues al momento de su muerte solo tenía tres caballerías y suerte de huerta que el Cabildo le había mercedado en el jaral de la Villa, las que quedaron sin atender, ni dividir al momento de su muerte, y que por los muchos daños que se les hacían no se sembraban. En ella construyó una casa Teresa Manrique y pagaba 12 reales de renta cada año.

Lo más visto⬇️

Al faltar el padre, se hizo cargo de las propiedades Luis de Aguilar Ventosillo, el hijo mayor, y con los progresos de las fincas doña María de Castro pudo casar a sus tres hijas y darles sus respectivas dotes. Posterior a la defunción de Luis, el Br. Nicolás se hizo cargo de las tres propiedades por cuatro años.


Durante estas dos administraciones se compraron en diferentes remates la labor de Cerrito de Matanzas, con dinero de Marcos de Aguilar; y 550 vacas de vientre a la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario cuyo principal cargo sobre su hacienda de La Hoya y otro sitio que comúnmente llamaban de Bermúdez, donde se pusieron dichas reses.

Lee también: El Calvario es legado de solidaridad para los más necesitados

En la memoria testamentaria de María de Castro y Busto, tramitada en 1705, por el padre Nicolás de Aguilar y Ventosillo, se incluyen como bienes dos sitios de ganado mayor y cuatro caballerías de tierra; tenía tierras aradas para sembrar maíz, casas de terrado, troje, capilla, ranchos de cuadrilla, corrales, potreros y abrevaderos.

En 1731, Manuel y Marcos quienes estaban a cargo de la hacienda ya habían fallecido. El poder del lugar pasó a Nicolás Aguilar, quien tuvo la intención de fundar en León un colegio de la Compañía de Jesús y ofreció el 18 de abril de ese año San Pedro de la Losa, Cerrito de Matanzas y otros bienes para su establecimiento.

En 1732, hizo un nuevo legado a los jesuitas para el establecimiento del colegio que decía que al cumplirse los 10 años de su fallecimiento la Hacienda La Hoya se entregaría al Hospicio o Colegio de la Compañía, con todas sus tierras, muebles y aperos.

Se deduce que la hacienda fue entregada a los jesuitas en 1742, quienes la trabajaron hasta 1767, cuando fueron expulsados y la propiedad pasó a la Corona, años después volvió a ser de un particular.

José Manuel Díaz de Quijano, un inmigrante de valle de Carriedo en las montañas de Santander, ocupó el cargo de administrador general de la mina La Valenciana y, como reconocimiento a sus servicios, la viuda del Conde le prestó mil pesos. En 1792 se hizo cargo de las haciendas de los jesuitas La Hoya, La Losa y San Ignacio del Sitio.

En 1804, sacó a réditos un préstamo de 20 mil pesos de la Cofradía de Santo Domingo de México, que los invirtió en una tienda en la ciudad de Guanajuato, atendida por su sobrino Antonio Bernardo de Quirós, con quien estaba asociado.

Entre sus bienes cita las haciendas de labor y campo nombradas San Pedro de la Losa y sus anexas San Miguel de la Hoya y San Ignacio del Sitio, sobre las cuales había una hipoteca por 44 mil 444 pesos a favor del Colegio y Escuelas Públicas de la ciudad de Guanajuato; y una casa en la calle La Palma, en la villa de León, con una capellanía de 2 mil pesos a favor de la Parroquia de León y otra hipoteca por 20 mil pesos.

En el inventario realizado en 1809, la hacienda de La Hoya tenía un valor de 50 mil pesos y para entonces su composición se describía de cuatro sitios de ganado mayor, 125 caballerías de cerro con piedra para agostaderos, 10 que se podían abrir para siembras y 33 que había abiertas en las que sembraba la hacienda arrendatarios.

Casa compuesta de sala, recámara, cuarto de asistencia, comedor, cocina y despensa. Otras tres piezas que sirven de cochera, encerrar aperos, troje o granero. Un aventadero y una era, enfrente de la casa. Una noria de a caballo, con pila y bóveda para recibir agua. La presa nombrada de San Lorenzo y otra nombrada Santa Teresa. Un presita o retén de agua, con tres refuerzos de calicanto, nombrada de la Barranca. Y una noria, arriba de la hacienda con pila de 54 varas de la que sacan el agua por bivalente.

Según la información del AHML, no hay documentos que den respuesta a qué pasó con todos los herederos.

El 19 de abril de 1837, Br. José Manuel Quijano, dijo por escritura del 24 de octubre de 1836, él y su hermana María Josefa se repartieron los bienes que quedaron por muerte de sus padres, José Díaz Quijano y María Teresa González. A él le tocó La Losa, con sus potreros y fábricas. A su hermana las de La Hoya y San Ignacio del Sitio.

Un juicio verbal de 1841, refiere que la hacienda de La Hoya pertenecía al finado Ignacio Núñez. En vida había arrendado a Antonio Peña un rancho de 29 fanegas de sembraduría, pero al hacer una nueva medida, resultó que tenía nueve en exceso, por lo que suscitó el pleito entre el arrendatario y el nuevo dueño, Mariano Núñez.

En 1920, La Hoya pertenecía a Josefina Peña, aunque fue fraccionada y vendida en secciones, sus campesinos solicitaron la dotación de ejidos el 15 de abril de 1932. El 15 de junio de 1943, los vecinos de La Hoya solicitaron la ampliación de ejidos.

Juan Bravo Núñez y Rosa María Bravo, solicitaron el 21 y 22 de octubre de 1947 la inafectabilidad de sus fracciones en la hacienda de La Joya, las cuales fueron declaradas así por el presidente de la República Miguel Alemán, el 8 de enero de 1949.

Por 1977 se estableció un singular asentamiento humano. Con cartón y láminas levantaron sus casas en terrenos del entonces ejido La Joya. A principios de los 80’s la mancha urbana terminaba al filo del bulevar San Juan Bosco, conocido también como antigua salida a Lagos.

La Joya es un predio cuya orografía es irregular, como también fueron jurídicamente las primeras moradas que ahí se levantaron. Una cañada y las faldas de las lomas, fueron el terreno donde se ubicaron los primeros colonizadores.


En la actualidad, las tierras de la antigua hacienda de La Hoya han tenido un acelerado crecimiento urbano, recibiendo a más de 70 colonias.

ABRE SUS PUERTAS

El rescate del propietario actual llegó a partir de la adquisición del recinto con un promedio de alrededor de seis años y medio; se hizo la intervención y de las más fuertes fue darle electricidad e iluminación.

Jesús de la Rosa, director de ex Hacienda la Joya contó que al momento que el nuevo dueño la adquirió una de las zonas de las más cuidadas y preservadas es la casona; el molino, es una pieza original pues la hacienda se dedicaba producir y comercializar maíz, así como a la engorda de ganado vacuno.

La hacienda se equipó en su totalidad con iluminación arquitectónica; se respetó toda la vegetación que ya prevalecía en el recinto y se complementó con estética visual en el tema de jardinería.

Dentro de la intervención en ingeniería y diseño se pensó en espacios escenográficos porque la hacienda ha gustado para el tema de sesiones fotográficas.

Tiene una zona de corrales, pues en el lugar habitan gallinas, cabras, una pareja de burritos enanos y una pareja de ponies, así como el corral de resguardo para los patos que habitan en el estanque.


La piedra de la explanada del lugar, es original, con algunos parches de restauración.

La capilla con capacidad máxima de 30 personas cuenta con piezas que forman parte de la historia de la hacienda y algunas otras complementarias. En el interior de la sacristía se reserva arte sacro.

“Parte de la magia de no invertir mucho en la fachada de acceso, es que al momento de que cruces la puerta tenga ese impacto visual de decir, ¡ah caray! ¿Esto existe en Las Joyas?”.

En la oficina del hacendado hay muchas piezas de diferentes épocas que refieren a los diferentes dueños que ha tenido la propiedad a lo largo de los años.

Oficialmente como recinto de eventos sociales y empresariales abrió el 15 de diciembre; cada uno de sus rincones conserva piezas de las diferentes épocas por las que sirvió como hacienda.

Es el único recinto que prevalece como hacienda de origen dentro de la ciudad de León

GENERA EMPLEOS

Actualmente son nueve las personas de que de planta trabajan en el lugar, pero Jesús destaca que se han vuelto un lugar que genera empleos por la cadena productiva y escalonada, así como flujo económico en la periferia.

EL GRANERO

Para el proceso de restauración de este espacio se respetaron algunos originales del recinto, lo estructural en PTR fue para techarlo y se enmarcó con piso mosaico cerámico. La acústica es realmente una caja musical.

León, Gto.- (OEM-Informex).- Un recinto que surgió a partir de los repartos de tierra (1590-1610) es la Ex Hacienda La Joya, una verdadera pieza histórica de León que a través de los años pasó por varios dueños y mantuvo su esplendor intacto.

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De acuerdo con información del Archivo Histórico Municipal de León (AHML), este lugar se llamaba San Miguel de la Hoya, esta última palabra que se utiliza para nombrar una llamada entre montañas, como es el casco de esta hacienda, ubicada precisamente en el centro de tres cerros.

En su libro, “Haciendas de León, entre la realidad y la leyenda”, su autor Rodolfo Herrera Pérez, comenta que con el tiempo se fue deformando hasta ser reconocida erróneamente por “joya”, quizá por la aspiración del h.

En los documentos del AHML, se señala que son pocos los datos que se tienen de esta extensa propiedad, siendo el más antiguo el que refiere a una petición que Alonso de Ulloa hace en 1619 a Juan Sotomayor, quien era el Alcalde Mayor de León, para que le permitiera que se pasten en los ejidos, 600 cabezas de ganado que compró en Lagos y las tiene en el paraje que llaman “De la Hoya”.

NACE LA HACIENDA

La Hacienda de la Hoya se conformó a lo largo del siglo XVII, desarrollo que se debe al capitán Juan López de Castro y Busto, pero como muchas de las propiedades de esa época, pasó por varios dueños.

El capitán Alonso de Aguilar, quien desempeñó el cargo de teniente de Alcalde Mayor en la década de 1660, fue de pocos recursos, pues al momento de su muerte solo tenía tres caballerías y suerte de huerta que el Cabildo le había mercedado en el jaral de la Villa, las que quedaron sin atender, ni dividir al momento de su muerte, y que por los muchos daños que se les hacían no se sembraban. En ella construyó una casa Teresa Manrique y pagaba 12 reales de renta cada año.

Lo más visto⬇️

Al faltar el padre, se hizo cargo de las propiedades Luis de Aguilar Ventosillo, el hijo mayor, y con los progresos de las fincas doña María de Castro pudo casar a sus tres hijas y darles sus respectivas dotes. Posterior a la defunción de Luis, el Br. Nicolás se hizo cargo de las tres propiedades por cuatro años.


Durante estas dos administraciones se compraron en diferentes remates la labor de Cerrito de Matanzas, con dinero de Marcos de Aguilar; y 550 vacas de vientre a la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario cuyo principal cargo sobre su hacienda de La Hoya y otro sitio que comúnmente llamaban de Bermúdez, donde se pusieron dichas reses.

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En la memoria testamentaria de María de Castro y Busto, tramitada en 1705, por el padre Nicolás de Aguilar y Ventosillo, se incluyen como bienes dos sitios de ganado mayor y cuatro caballerías de tierra; tenía tierras aradas para sembrar maíz, casas de terrado, troje, capilla, ranchos de cuadrilla, corrales, potreros y abrevaderos.

En 1731, Manuel y Marcos quienes estaban a cargo de la hacienda ya habían fallecido. El poder del lugar pasó a Nicolás Aguilar, quien tuvo la intención de fundar en León un colegio de la Compañía de Jesús y ofreció el 18 de abril de ese año San Pedro de la Losa, Cerrito de Matanzas y otros bienes para su establecimiento.

En 1732, hizo un nuevo legado a los jesuitas para el establecimiento del colegio que decía que al cumplirse los 10 años de su fallecimiento la Hacienda La Hoya se entregaría al Hospicio o Colegio de la Compañía, con todas sus tierras, muebles y aperos.

Se deduce que la hacienda fue entregada a los jesuitas en 1742, quienes la trabajaron hasta 1767, cuando fueron expulsados y la propiedad pasó a la Corona, años después volvió a ser de un particular.

José Manuel Díaz de Quijano, un inmigrante de valle de Carriedo en las montañas de Santander, ocupó el cargo de administrador general de la mina La Valenciana y, como reconocimiento a sus servicios, la viuda del Conde le prestó mil pesos. En 1792 se hizo cargo de las haciendas de los jesuitas La Hoya, La Losa y San Ignacio del Sitio.

En 1804, sacó a réditos un préstamo de 20 mil pesos de la Cofradía de Santo Domingo de México, que los invirtió en una tienda en la ciudad de Guanajuato, atendida por su sobrino Antonio Bernardo de Quirós, con quien estaba asociado.

Entre sus bienes cita las haciendas de labor y campo nombradas San Pedro de la Losa y sus anexas San Miguel de la Hoya y San Ignacio del Sitio, sobre las cuales había una hipoteca por 44 mil 444 pesos a favor del Colegio y Escuelas Públicas de la ciudad de Guanajuato; y una casa en la calle La Palma, en la villa de León, con una capellanía de 2 mil pesos a favor de la Parroquia de León y otra hipoteca por 20 mil pesos.

En el inventario realizado en 1809, la hacienda de La Hoya tenía un valor de 50 mil pesos y para entonces su composición se describía de cuatro sitios de ganado mayor, 125 caballerías de cerro con piedra para agostaderos, 10 que se podían abrir para siembras y 33 que había abiertas en las que sembraba la hacienda arrendatarios.

Casa compuesta de sala, recámara, cuarto de asistencia, comedor, cocina y despensa. Otras tres piezas que sirven de cochera, encerrar aperos, troje o granero. Un aventadero y una era, enfrente de la casa. Una noria de a caballo, con pila y bóveda para recibir agua. La presa nombrada de San Lorenzo y otra nombrada Santa Teresa. Un presita o retén de agua, con tres refuerzos de calicanto, nombrada de la Barranca. Y una noria, arriba de la hacienda con pila de 54 varas de la que sacan el agua por bivalente.

Según la información del AHML, no hay documentos que den respuesta a qué pasó con todos los herederos.

El 19 de abril de 1837, Br. José Manuel Quijano, dijo por escritura del 24 de octubre de 1836, él y su hermana María Josefa se repartieron los bienes que quedaron por muerte de sus padres, José Díaz Quijano y María Teresa González. A él le tocó La Losa, con sus potreros y fábricas. A su hermana las de La Hoya y San Ignacio del Sitio.

Un juicio verbal de 1841, refiere que la hacienda de La Hoya pertenecía al finado Ignacio Núñez. En vida había arrendado a Antonio Peña un rancho de 29 fanegas de sembraduría, pero al hacer una nueva medida, resultó que tenía nueve en exceso, por lo que suscitó el pleito entre el arrendatario y el nuevo dueño, Mariano Núñez.

En 1920, La Hoya pertenecía a Josefina Peña, aunque fue fraccionada y vendida en secciones, sus campesinos solicitaron la dotación de ejidos el 15 de abril de 1932. El 15 de junio de 1943, los vecinos de La Hoya solicitaron la ampliación de ejidos.

Juan Bravo Núñez y Rosa María Bravo, solicitaron el 21 y 22 de octubre de 1947 la inafectabilidad de sus fracciones en la hacienda de La Joya, las cuales fueron declaradas así por el presidente de la República Miguel Alemán, el 8 de enero de 1949.

Por 1977 se estableció un singular asentamiento humano. Con cartón y láminas levantaron sus casas en terrenos del entonces ejido La Joya. A principios de los 80’s la mancha urbana terminaba al filo del bulevar San Juan Bosco, conocido también como antigua salida a Lagos.

La Joya es un predio cuya orografía es irregular, como también fueron jurídicamente las primeras moradas que ahí se levantaron. Una cañada y las faldas de las lomas, fueron el terreno donde se ubicaron los primeros colonizadores.


En la actualidad, las tierras de la antigua hacienda de La Hoya han tenido un acelerado crecimiento urbano, recibiendo a más de 70 colonias.

ABRE SUS PUERTAS

El rescate del propietario actual llegó a partir de la adquisición del recinto con un promedio de alrededor de seis años y medio; se hizo la intervención y de las más fuertes fue darle electricidad e iluminación.

Jesús de la Rosa, director de ex Hacienda la Joya contó que al momento que el nuevo dueño la adquirió una de las zonas de las más cuidadas y preservadas es la casona; el molino, es una pieza original pues la hacienda se dedicaba producir y comercializar maíz, así como a la engorda de ganado vacuno.

La hacienda se equipó en su totalidad con iluminación arquitectónica; se respetó toda la vegetación que ya prevalecía en el recinto y se complementó con estética visual en el tema de jardinería.

Dentro de la intervención en ingeniería y diseño se pensó en espacios escenográficos porque la hacienda ha gustado para el tema de sesiones fotográficas.

Tiene una zona de corrales, pues en el lugar habitan gallinas, cabras, una pareja de burritos enanos y una pareja de ponies, así como el corral de resguardo para los patos que habitan en el estanque.


La piedra de la explanada del lugar, es original, con algunos parches de restauración.

La capilla con capacidad máxima de 30 personas cuenta con piezas que forman parte de la historia de la hacienda y algunas otras complementarias. En el interior de la sacristía se reserva arte sacro.

“Parte de la magia de no invertir mucho en la fachada de acceso, es que al momento de que cruces la puerta tenga ese impacto visual de decir, ¡ah caray! ¿Esto existe en Las Joyas?”.

En la oficina del hacendado hay muchas piezas de diferentes épocas que refieren a los diferentes dueños que ha tenido la propiedad a lo largo de los años.

Oficialmente como recinto de eventos sociales y empresariales abrió el 15 de diciembre; cada uno de sus rincones conserva piezas de las diferentes épocas por las que sirvió como hacienda.

Es el único recinto que prevalece como hacienda de origen dentro de la ciudad de León

GENERA EMPLEOS

Actualmente son nueve las personas de que de planta trabajan en el lugar, pero Jesús destaca que se han vuelto un lugar que genera empleos por la cadena productiva y escalonada, así como flujo económico en la periferia.

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