/ jueves 6 de julio de 2023

Fuera de Agenda | Mercenarios a escena

Celaya quedó desde la semana pasada como el primer aviso a la Guardia Nacional que su labor al cierre del sexenio quedará rebasada ante lo predecible de sus patrullajes y puestos de control “de rutina”. El aviso que mandó la delincuencia organizada el pasado miércoles 28 de junio al estamento militar a cargo del general de división David Córdova Campos, comandante de la Guardia Nacional, es que la curva de aprendizaje le costará más de lo que imaginó cuando en enero pasado asumió el mando después de pasar los últimos años en labores de oficina en la Defensa Nacional alejado del terreno operativo.

Reportes de inteligencia militar tienen detectados desde al menos hace un par de años a un grupo de ex militares colombianos que operan en el Bajío al servicio de uno de los grupos criminales que disputan el control del oleoducto de Salamanca, las vías para el trasiego de droga e indocumentados, y el cobro de piso a los negocios y empresas de municipios en esta región de Guanajuato.

Se trata de mercenarios que vienen de Sudamérica para hacer frente a los grupos de kaibiles, ex integrantes del ejército Guatemalteco, que operan para otras organizaciones dentro del “mercado” paramilitar en auge en el país.

El coche bomba dejó 10 elementos de la Guardia Nacional heridos, uno perdió la vida días después según fuentes de la corporación. Dos sufrieron lesiones severas por la metralla, siete más tuvieron heridas de bajo riesgo y algunos ya están dados de alta. El vehículo había sido robado en mayo en el municipio de Salvatierra, tenía activado un artefacto explosivo improvisado que se activó a distancia, era de tipo artesanal pero con alta letalidad en un perímetro cercano.

La proliferación de Artefactos Explosivos Improvisados, como las minas terrestres que han dejado víctimas mortales en la Tierra Caliente de Michoacán, y que también se han detectado en número considerable en Guanajuato y Chiapas, han sido motivo de mesas de análisis en las juntas militares con el Comando Norte de los Estados Unidos. El año pasado, de acuerdo a documentos militares, hubo una reunión en la que se acordó implementar cursos de capacitación para desactivar este tipo de artefactos. Hubo una competencia por equipos en uno de estos cursos donde los militares mexicanos quedaron en segundo lugar, es decir, su nivel de conocimientos para desactivar este tipo de artefactos es bueno, sin embargo ha quedado demostrado que fallan los mecanismos para detectarlos.

Los mercenarios no son un fenómeno nuevo en el país, han sido una práctica habitual entre los grupos criminales mexicanos al menos desde el año 2004 reclutar militares con entrenamiento especial en el ejército de Guatemala, y en años recientes en las fuerzas armadas de Honduras, Colombia y Venezuela. A estos “soldados de la fortuna” se le suman pandillas de Maras que han ingresado por la porosa frontera sur para incursionar en el negocio criminal de trata de personas, como pistoleros a sueldo para cobro de piso, y venta de droga al menudeo. Tapachula, Chiapas es un botón de muestra.

La preocupación instalada en el gabinete de seguridad es que la irrupción de los coches bomba podría no detenerse, sino aumentar en el futuro inmediato. Le convendría al general Cordova Campos aparcar su soberbia y mostrar si da el ancho para el reto que tiene enfrente.

Celaya quedó desde la semana pasada como el primer aviso a la Guardia Nacional que su labor al cierre del sexenio quedará rebasada ante lo predecible de sus patrullajes y puestos de control “de rutina”. El aviso que mandó la delincuencia organizada el pasado miércoles 28 de junio al estamento militar a cargo del general de división David Córdova Campos, comandante de la Guardia Nacional, es que la curva de aprendizaje le costará más de lo que imaginó cuando en enero pasado asumió el mando después de pasar los últimos años en labores de oficina en la Defensa Nacional alejado del terreno operativo.

Reportes de inteligencia militar tienen detectados desde al menos hace un par de años a un grupo de ex militares colombianos que operan en el Bajío al servicio de uno de los grupos criminales que disputan el control del oleoducto de Salamanca, las vías para el trasiego de droga e indocumentados, y el cobro de piso a los negocios y empresas de municipios en esta región de Guanajuato.

Se trata de mercenarios que vienen de Sudamérica para hacer frente a los grupos de kaibiles, ex integrantes del ejército Guatemalteco, que operan para otras organizaciones dentro del “mercado” paramilitar en auge en el país.

El coche bomba dejó 10 elementos de la Guardia Nacional heridos, uno perdió la vida días después según fuentes de la corporación. Dos sufrieron lesiones severas por la metralla, siete más tuvieron heridas de bajo riesgo y algunos ya están dados de alta. El vehículo había sido robado en mayo en el municipio de Salvatierra, tenía activado un artefacto explosivo improvisado que se activó a distancia, era de tipo artesanal pero con alta letalidad en un perímetro cercano.

La proliferación de Artefactos Explosivos Improvisados, como las minas terrestres que han dejado víctimas mortales en la Tierra Caliente de Michoacán, y que también se han detectado en número considerable en Guanajuato y Chiapas, han sido motivo de mesas de análisis en las juntas militares con el Comando Norte de los Estados Unidos. El año pasado, de acuerdo a documentos militares, hubo una reunión en la que se acordó implementar cursos de capacitación para desactivar este tipo de artefactos. Hubo una competencia por equipos en uno de estos cursos donde los militares mexicanos quedaron en segundo lugar, es decir, su nivel de conocimientos para desactivar este tipo de artefactos es bueno, sin embargo ha quedado demostrado que fallan los mecanismos para detectarlos.

Los mercenarios no son un fenómeno nuevo en el país, han sido una práctica habitual entre los grupos criminales mexicanos al menos desde el año 2004 reclutar militares con entrenamiento especial en el ejército de Guatemala, y en años recientes en las fuerzas armadas de Honduras, Colombia y Venezuela. A estos “soldados de la fortuna” se le suman pandillas de Maras que han ingresado por la porosa frontera sur para incursionar en el negocio criminal de trata de personas, como pistoleros a sueldo para cobro de piso, y venta de droga al menudeo. Tapachula, Chiapas es un botón de muestra.

La preocupación instalada en el gabinete de seguridad es que la irrupción de los coches bomba podría no detenerse, sino aumentar en el futuro inmediato. Le convendría al general Cordova Campos aparcar su soberbia y mostrar si da el ancho para el reto que tiene enfrente.