León, Gto.- Con azúcar, color y vainilla están hechos los algodones de Julia, quien año con año llega a la Feria Estatal de León con nuevas ideas para atraer a los visitantes a probar su receta la cual su fórmula secreta es el amor. Cuesta 50 pesos.
Al pasar frente al Poliforum en la esquina de la entrada C3, hay tres mujeres emprendedoras con quienes están delante de una máquina artesanal, le colocan azúcar y en palito de madera lo giran hasta que el dulce derretido se va pegando, ellas le dan forma.
Julia está atendiendo a dos niñas que se enamoraron de los algodones con caritas pero, están tan bonitos que ahora las pequeñas se encuentran en un dilema, si comerlos o no.
Mientras tanto, Julia Margarita Rangel Guzmán, platica que la idea de estos algodones fue de su esposo Juan Carlos Arellano Peréz y a pesar de que no cuentan con un nombre oficial estos podrían llamarse “¡Woo!”, así como la expresión de sorpresa debido a cuando los visitantes de la Feria Estatal de León los ven es lo primero que dicen.
“Fue mi esposo el que dijo, este año vamos a innovar y vamos a cambiar la forma de comer algodón de azúcar y la verdad nos ha funcionado muy bien. Los niños pasan y les atraen las caritas y dicen "¡wooow que bonitos!”, comentó.
LA AMABILIDAD
Ser comerciante tiene su reto y es que siempre vas a ver a Julia sonriendo e invitando a las personas a comer un delicioso algodón, además, estos son asociados con las nubes y sus colores pastel llaman la atención de todas las personas.
Es una tradición el algodón de azúcar en las Ferias de México pero hay de diferentes tamaños y precios, están los gigantes que mide hasta un metro y cuesta 70 pesos, el normal cuesta 30 pesos si lo quieren con figurita cuesta 20 pesos más y de sabor hay azul que es de sabor mora azul, rosa de sabor fresa y natural o amarillo que es vainilla.
TRADICIÓN FAMILIAR
El oficio de Julia y Carlos es de tradición familiar ya que el impulsor de esta golosina fue el señor José Arellano Maciel quien diseñó la máquina que tienen ella y su esposo.
Para hacer este algodón primero se humedece el palo de madero para que los hilos de azúcar derretido se enreden y ahora la creatividad de cada vendedor es darle su forma.
Julia lleva 10 años vendiendo “nubes de cielo”, oficio que también espera heredar a sus hijos.