/ domingo 16 de julio de 2023

Camas permanentes, la alternativa para el manejo del agua en los cultivos agrícolas

"Las camas permanente" son surcos que no necesitan labranza y han dado buenos resultados ante la sequía

Para hacer frente a la sequía y la variabilidad climática que agudiza fenómenos como la canícula, la agricultura de conservación es un sistema sustentable, cuyos componentes básicos son la mínima labranza, la cobertura del suelo con rastrojos, la diversificación de cultivos y mayores cosechas.

La mínima labranza puede desarrollarse bajo un sistema de “camas permanentes”, que son un conjunto de surcos cuya parte elevada, donde se siembra, no se labra, para limitar el movimiento del suelo a la forma de las camas sólo cuando es necesario.

Puedes leer: Agricultura prioriza siembra de nopal forrajero en 8 estados para mitigar efectos de la sequía

En México, la agricultura de conservación se lleva a cabo principalmente porque bajo este sistema ayuda a mejorar el manejo del agua y a reducir la compactación del suelo y porque permite el uso de métodos mecánicos para el control de malezas y facilita el manejo del rastrojo en el suelo.

De acuerdo a especialistas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), que realiza estudios en una plataforma de investigación en el Campo Experimental en Tlaltizapan, Morelos, evalúan prácticas de agricultura de conservación y siembra de algunas especies de leguminosas como alternativa para incrementar rendimientos y mejorar los sistemas de producción.

“En comparación con los tratamientos donde se hizo labranza, las camas permanentes, respondieron muy bien ante la sequía durante la etapa de crecimiento del cultivo. En el ciclo primavera-verano 2022, que fue quizás uno de los de mayor sequía, las camas permanentes rindieron casi al doble con respecto a los tratamientos con labranza”, señaló Óscar Bañuelos.

El responsable de la plataforma de investigación comentó que la relación costo-beneficio fue buena en ambos tratamientos de camas permanentes; pero donde hubo labranza, no se alcanzó a recuperar la inversión.

Además, el ataque a la raíz por plagas como el “gusano alambre”, fue mucho mayor en los tratamientos de labranza que en los de camas permanentes. Y por tanto se afectó más el rendimiento.

En cuanto a pudrición de mazorca, no hubo diferencia significativa entre tratamientos, comentó su vez, Jessica González, especialista en post cosecha del CIMMYT.

En el norte de la República, en la plataforma de investigación Cajeme II, en Sonora, donde por 6 años especialistas del CIMMYT evalúan el efecto de sembrar con agricultura de conservación, el trigo en camas permanentes tuvo mayor rendimiento que en camas con labranza tradicional.

En promedio, con cuatro riegos de auxilio se obtuvo un rendimiento de 7.3 toneladas por hectárea con labranza convencional. En tanto, que el promedio en camas permanentes fue de 8.1 toneladas por hectárea. Una diferencia promedio de 0.8 toneladas por hectárea a favor de la siembra en camas permanentes.

SE MIDE EL ANCHO DE LOS LECHOS

De acuerdo con Manuel Ruiz, otro de los investigadores que trabaja en la plataforma de investigación en Cajeme II, “cuando se siembra en camas permanentes es mejor dejar el rastrojo sobre la superficie que removerlo, ya que impide la evaporación del agua, protege el suelo contra el sol y la lluvia, reduce el crecimiento de malezas y aporta materia orgánica”.

Otro grupo de investigadores del CIMMYT y de la Universidad de California, evaluaron los dos tipos de anchos de las camas permanentes. Para el maíz y los granos pequeños en el centro de México, oscilan entre 0.75 y 0.85 metros.

En algunas regiones de El Bajío, son lechos más anchos que equivalen a dos estrechos: de 1.5 metros a 1.7 metros de ancho.

Evaluaron los dos tipos de camas permanentes en la producción de maíz, trigo y cebada en condiciones de temporal como de riego en Querétaro, Guanajuato, Michoacán y el Estado de México, durante al menos tres ciclos de cultivo consecutivos.

Así, en las plataformas de investigación de San Juan del Río I y Cadereyta, en Querétaro, los dos sitios con menor precipitación, el rendimiento del maíz fue similar en los dos tipos de camas.

En cambio, en la plataforma de Apaseo el Alto, en Guanajuato, hubo ligera tendencia a mayores rendimientos en camas angostas; pero en Indaparapeo, en Michoacán, la tendencia fue a favor de las camas anchas.

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Los especialistas del CIMMYT concluyeron que no se observaron diferencias significativas en rendimiento entre ambas camas permanentes angostas o anchas.

Se ratificó que entre los principales beneficios de utilizar lechos permanentes, están en el tráfico controlado que reduce la compactación del suelo, la facilitación de la siembra mecánica la mejor distribución del agua.

Para hacer frente a la sequía y la variabilidad climática que agudiza fenómenos como la canícula, la agricultura de conservación es un sistema sustentable, cuyos componentes básicos son la mínima labranza, la cobertura del suelo con rastrojos, la diversificación de cultivos y mayores cosechas.

La mínima labranza puede desarrollarse bajo un sistema de “camas permanentes”, que son un conjunto de surcos cuya parte elevada, donde se siembra, no se labra, para limitar el movimiento del suelo a la forma de las camas sólo cuando es necesario.

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En México, la agricultura de conservación se lleva a cabo principalmente porque bajo este sistema ayuda a mejorar el manejo del agua y a reducir la compactación del suelo y porque permite el uso de métodos mecánicos para el control de malezas y facilita el manejo del rastrojo en el suelo.

De acuerdo a especialistas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), que realiza estudios en una plataforma de investigación en el Campo Experimental en Tlaltizapan, Morelos, evalúan prácticas de agricultura de conservación y siembra de algunas especies de leguminosas como alternativa para incrementar rendimientos y mejorar los sistemas de producción.

“En comparación con los tratamientos donde se hizo labranza, las camas permanentes, respondieron muy bien ante la sequía durante la etapa de crecimiento del cultivo. En el ciclo primavera-verano 2022, que fue quizás uno de los de mayor sequía, las camas permanentes rindieron casi al doble con respecto a los tratamientos con labranza”, señaló Óscar Bañuelos.

El responsable de la plataforma de investigación comentó que la relación costo-beneficio fue buena en ambos tratamientos de camas permanentes; pero donde hubo labranza, no se alcanzó a recuperar la inversión.

Además, el ataque a la raíz por plagas como el “gusano alambre”, fue mucho mayor en los tratamientos de labranza que en los de camas permanentes. Y por tanto se afectó más el rendimiento.

En cuanto a pudrición de mazorca, no hubo diferencia significativa entre tratamientos, comentó su vez, Jessica González, especialista en post cosecha del CIMMYT.

En el norte de la República, en la plataforma de investigación Cajeme II, en Sonora, donde por 6 años especialistas del CIMMYT evalúan el efecto de sembrar con agricultura de conservación, el trigo en camas permanentes tuvo mayor rendimiento que en camas con labranza tradicional.

En promedio, con cuatro riegos de auxilio se obtuvo un rendimiento de 7.3 toneladas por hectárea con labranza convencional. En tanto, que el promedio en camas permanentes fue de 8.1 toneladas por hectárea. Una diferencia promedio de 0.8 toneladas por hectárea a favor de la siembra en camas permanentes.

SE MIDE EL ANCHO DE LOS LECHOS

De acuerdo con Manuel Ruiz, otro de los investigadores que trabaja en la plataforma de investigación en Cajeme II, “cuando se siembra en camas permanentes es mejor dejar el rastrojo sobre la superficie que removerlo, ya que impide la evaporación del agua, protege el suelo contra el sol y la lluvia, reduce el crecimiento de malezas y aporta materia orgánica”.

Otro grupo de investigadores del CIMMYT y de la Universidad de California, evaluaron los dos tipos de anchos de las camas permanentes. Para el maíz y los granos pequeños en el centro de México, oscilan entre 0.75 y 0.85 metros.

En algunas regiones de El Bajío, son lechos más anchos que equivalen a dos estrechos: de 1.5 metros a 1.7 metros de ancho.

Evaluaron los dos tipos de camas permanentes en la producción de maíz, trigo y cebada en condiciones de temporal como de riego en Querétaro, Guanajuato, Michoacán y el Estado de México, durante al menos tres ciclos de cultivo consecutivos.

Así, en las plataformas de investigación de San Juan del Río I y Cadereyta, en Querétaro, los dos sitios con menor precipitación, el rendimiento del maíz fue similar en los dos tipos de camas.

En cambio, en la plataforma de Apaseo el Alto, en Guanajuato, hubo ligera tendencia a mayores rendimientos en camas angostas; pero en Indaparapeo, en Michoacán, la tendencia fue a favor de las camas anchas.

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Los especialistas del CIMMYT concluyeron que no se observaron diferencias significativas en rendimiento entre ambas camas permanentes angostas o anchas.

Se ratificó que entre los principales beneficios de utilizar lechos permanentes, están en el tráfico controlado que reduce la compactación del suelo, la facilitación de la siembra mecánica la mejor distribución del agua.

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