El tradicional combate de flores empezó por la tarde y los jóvenes adolescentes llenaron la plaza, rodearon el jardín principal en busca del beso, de la sonrisa juguetona de una chica, por intercambio de la aprobación de un beso

Hubo quienes negociaron el beso, sobre todo las mujeres, una joven dijo “Bueno pero que sea solo de piquito” y recibió un beso de parte de muchacho con las mejillas tan rojas como un jitomate.

Era común escuchar a los comerciantes: “¡De a cinco de a cinco varos!”. Un vendedor le dijo a un joven “A cinco pesos te va a costar el beso”.

A medida que llegaba la noche la discreción fue disipándose, las chicas recibían besos y los chicos se incitaban al tacto de los labios, ya sea “De piquito”, o si la atracción era mutua, iban más allá hasta intercambiar saliva con un beso francés. “¡Órale wey vas, ya vas!”. Así se invitaba entre grupos de amigos a animarse a tocarle el hombro a las jovencitas y decirle “¿Me das un beso?”.

Las familias leonesas, curiosas, se estaban en las bancas para observar el intercambio tradicional. Algunos padres de familia enseñaban a sus pequeños a dar besitos a la niñas pero en las mejillas .

Los besos podían encontrarse cuando se observa el tumulto y lo gritos de emoción y es que ahí había, seguro, un beso.

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Las chicas iban en busca de más rosas, también las parejas aprovechaban la ocasión para darse muestras de cariño con un beso, algunas madres acompañaban a sus hijas, fungían de chaperón porque si había que cuidar a la hija del chico atrevido.

Las chicas que tenían más éxito eran las que tenía más rosas, unas incluso se fijaban en el color de la rosa, así fue el tradicional combate de flores que se celebra cada 16 de septiembre.

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