/ miércoles 28 de diciembre de 2022

La montaña de arena que llegó con un Nacimiento y nunca se fue

En el centro de la ciudad, la pila de arena sirvió por más de 50 años de escenario para el Pesebre; ahora solo sirve de basurero

Arrinconada ahí donde cruza el bulevar Adolfo López Mateos con el Malecón del Río, a desnivel del arroyo vehicular, una familia apiló arena como escenario para el Nacimiento que se colocaría por más de 50 años seguidos. De la tradición ya no queda nada, solo una montaña que poco a poco se desmorona pero que no deja de crecer con ayuda de la basura y flora salvaje.

En el ombligo de León, a unos tres metros de profundidad, donde termina la calle 13 de septiembre y se conecta al López Mateos por medio de unas escaleras, los vecinos de antaño tienen vivo el recuerdo de ese gran Nacimiento. “Muchos, pero muchos muñecos eran los que ponían”, platica la señora Patricia, vecina de más de 50 años de edad que nació y creció sobre la misma acera.

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Y es que además de decorar las fiestas decembrinas, el Nacimiento también era parte de las tradicionales posadas que la familia realizaba para los vecinos y el público en general. Por los mismos 50 años en los que se colocó el Pesebre, año con año se realizaron las nueve posadas donde todos eran bienvenidos.

Cuando doña Paty nació la tradición navideña ya se celebraba en la calle, la montaña de arena también, ya vivía ahí. Aunque antes era dos veces más grande, el espacio fue disminuido luego de la construcción del bulevar Adolfo López Mateos. Inaugurado en 1964 durante el sexenio del presidente con el mismo nombre. Antes de la construcción, el Nacimiento ocupaba toda la esquina – unos cuatro metros más que lo que se aprecia actualmente-.

Jesús, el hermano de Paty, mientras charla con El Sol de León y Noticias Vespertinas, señala el tamaño en el que se escenificaba el Pesebre. Describe que en esa esquina, los muros eran altos y con extensiones gracias a los espectaculares que servían de barrera, que las escaleras no estaban y que cuando fueron construidas usaron como base la pila de arena que no desapareció, solo cambió de forma y disminuyó el escenario navideño. Aun así, la tradición siguió hasta poco antes o después del 2000, ni Jesús ni Paty ni la comadre lo recuerdan bien.

El legendario Nacimiento ya no se colocó luego que la familia de tradicionalistas se cambió de casa.

La señora Patricia ocupa actualmente la casa en la que vivió la familia del recordado Nacimiento. Aunque pidió ayuda a su comadre -vecina de la 13 de septiembre-, no pudieron recordar los apellidos de aquella familia. Únicamente los recuerdan como unas buenas personas.

Jesús, doña Paty y su comadre, sonríen cuando recuerdan su infancia frente a esas celebraciones navideñas que los vieron crecer. “Aquí se hacían unas fiestotas”, recuerda doña Paty.

Ya pasaron más de 15 años que no se pone Nacimiento, las ganas se fueron luego de que a doña Paty le robaron el primero que puso cuando quiso revivir la tradición. Y aunque la montaña de tierra nunca les molestó, hoy piden que por favor la remuevan y limpien el lugar, la pila ya creció, gracias a la basura que depositan en el lugar. Un monstruo con el que no se puede luchar, dice doña Paty. Explica que por lo solitario de la calle los pepenadores se ponen ahí a separar residuos, que posteriormente abandonan si no son de utilidad.

Arrinconada ahí donde cruza el bulevar Adolfo López Mateos con el Malecón del Río, a desnivel del arroyo vehicular, una familia apiló arena como escenario para el Nacimiento que se colocaría por más de 50 años seguidos. De la tradición ya no queda nada, solo una montaña que poco a poco se desmorona pero que no deja de crecer con ayuda de la basura y flora salvaje.

En el ombligo de León, a unos tres metros de profundidad, donde termina la calle 13 de septiembre y se conecta al López Mateos por medio de unas escaleras, los vecinos de antaño tienen vivo el recuerdo de ese gran Nacimiento. “Muchos, pero muchos muñecos eran los que ponían”, platica la señora Patricia, vecina de más de 50 años de edad que nació y creció sobre la misma acera.

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Y es que además de decorar las fiestas decembrinas, el Nacimiento también era parte de las tradicionales posadas que la familia realizaba para los vecinos y el público en general. Por los mismos 50 años en los que se colocó el Pesebre, año con año se realizaron las nueve posadas donde todos eran bienvenidos.

Cuando doña Paty nació la tradición navideña ya se celebraba en la calle, la montaña de arena también, ya vivía ahí. Aunque antes era dos veces más grande, el espacio fue disminuido luego de la construcción del bulevar Adolfo López Mateos. Inaugurado en 1964 durante el sexenio del presidente con el mismo nombre. Antes de la construcción, el Nacimiento ocupaba toda la esquina – unos cuatro metros más que lo que se aprecia actualmente-.

Jesús, el hermano de Paty, mientras charla con El Sol de León y Noticias Vespertinas, señala el tamaño en el que se escenificaba el Pesebre. Describe que en esa esquina, los muros eran altos y con extensiones gracias a los espectaculares que servían de barrera, que las escaleras no estaban y que cuando fueron construidas usaron como base la pila de arena que no desapareció, solo cambió de forma y disminuyó el escenario navideño. Aun así, la tradición siguió hasta poco antes o después del 2000, ni Jesús ni Paty ni la comadre lo recuerdan bien.

El legendario Nacimiento ya no se colocó luego que la familia de tradicionalistas se cambió de casa.

La señora Patricia ocupa actualmente la casa en la que vivió la familia del recordado Nacimiento. Aunque pidió ayuda a su comadre -vecina de la 13 de septiembre-, no pudieron recordar los apellidos de aquella familia. Únicamente los recuerdan como unas buenas personas.

Jesús, doña Paty y su comadre, sonríen cuando recuerdan su infancia frente a esas celebraciones navideñas que los vieron crecer. “Aquí se hacían unas fiestotas”, recuerda doña Paty.

Ya pasaron más de 15 años que no se pone Nacimiento, las ganas se fueron luego de que a doña Paty le robaron el primero que puso cuando quiso revivir la tradición. Y aunque la montaña de tierra nunca les molestó, hoy piden que por favor la remuevan y limpien el lugar, la pila ya creció, gracias a la basura que depositan en el lugar. Un monstruo con el que no se puede luchar, dice doña Paty. Explica que por lo solitario de la calle los pepenadores se ponen ahí a separar residuos, que posteriormente abandonan si no son de utilidad.

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