León, Gto.- Sentado en su banco delante de una mesa inundada de zapatos para reparar con su martillo en mano, J. Jesús Ortega en su taller ubicado en el Mercado La luz además de remendar calzado de hombre y mujer también arregla mochilas, chamarras, maletas y demás artículos de piel.
El taller nombrado como “El Remendón” inició con don Guadalupe González, padre de Jesús y quien heredó esta profesión gracias a que su madre como forma de castigo por portarse mal lo mandaba a trabajar como ayudante.
Fue como comenzó el amor por este oficio representativo de la ciudad de León a la corta edad de 4 años.
Su taller es su hogar, es donde pasa la mayor parte de su vida pues el remendón todos los días pone la alarma a las 4:30 de la mañana, se alista con una sonrisa en su rostro para llegar a las 6:00 horas y ser de los primeros en abrir, de igual forma se va a las 9:30 o 10:00 de la noche a su casa.
“Para mí ser zapatero remendón significa todo, me encanta mi trabajo, aquí conozco muchas personas y disfruto platicar con mis clientes”, mencionó.
Con una sonrisa dibujada en su rostro platica una anécdota que jamás olvidará, y es que una vez llegaron tres personas, dos hombres y una mujer que parecía un ángel celestial “de esas que solo se ven en televisión”, iban acompañadas de un traductor para que les arreglaran seis pares de botas de piel de mantaraya, avestruz, cocodrilos y otros curtidos exóticos.
“Pedían un tacón más alto y me dijeron, queremos que le agregue dos capitas más pero necesitamos un trabajo bien hecho porque es bota cara y lo queremos rápido porque venimos de pasadita”.
Ya pasada las dos horas que prometió para la entrega, “tomaron las botas una por una y las revisaban y en su cara se veía que les había gustado mi trabajo, y me dice ¿si le subió el tacón? Es que no se le nota”.
Luego de explicarle el proceso lo felicitaron y le pagaron $500 pesos y le dieron mil de propina, posteriormente estuvieron repartiendo dinero a los ayudantes de Jesús.
Calidad en su trabajo
Como remendón usa productos de la mejor calidad, mencionando que no puede meter el de fábricas porque aunque sea más elegante no tiene la misma durabilidad y la gente ya lo ubica por su excelencia y buen trabajo.
A pesar de que también sabe hacer zapato, Jesús prefiere dedicarse solo a la compostura ya que diariamente le llegan alrededor de 50 zapatos para cambiar tapas, suelas, costuras y cierres.
La profesión de zapatero remendón es una de las profesiones más antiguas, en la familia de J. Jesús Ortega con él se acabaría está carrera ya que ninguno de sus hijos continuó con la vocación.