Los tatuajes se han convertido en símbolo de la humanidad a lo largo de la historia, teniendo diferentes significados en las culturas y que hoy en día mantienen su presencia en la sociedad; sin embargo, el realizarse uno debe hacerse de forma responsable, pues se deben seguir varios procedimientos apegados a la higiene y salubridad.
Además de tomar de forma consciente la decisión de realizarse un tatuaje, pues éste quedará plasmado para toda la vida en la piel, se debe tener acercamiento con el lugar donde se realizará, pues debe de contar con las correctas medidas sanitarias para evitar el contagio de alguna enfermedad.
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Los tatuadores utilizan máquinas que, a su vez, utilizan varias agujas desechables, las cuales son responsables de inyectar la tinta en las capas inferiores de la piel. Al acudir a un lugar especializado en estas prácticas, es importante que la persona se asegure que la persona que realizará el tatuaje tenga pleno conocimiento de la actividad que realiza y que los utensilios usados sean preferentemente desechables, de lo contrario, que éstos sean correctamente esterilizados.
Entre los problemas más comunes que son asociados a los tatuajes son las infecciones víricas como los herpes o las verrugas, las alergias a alguno de los componentes de las tintas, además de la posibilidad de contraer enfermedades como hepatitis o incluso SIDA.
Asimismo, una vez realizado el tatuaje, la persona deberá realizar algunas acciones para evitar infecciones, la zona debe lavarse con agua y jabón, secando con una gasa, para posteriormente aplicar crema antibiótica. Es recomendable que, durante una semana, no se exponga la zona al sol.
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Al sentir alguna reacción adversa al tatuaje como picor, costras o algún otro síntoma, la persona deberá acudir inmediatamente con el dermatólogo, pues pudiera desarrollarse un eczema de contacto o infección.