/ sábado 2 de julio de 2022

La comunidad de Arandas en Irapuato sigue con la herida abierta y aún sin justicia

De 24 familias afectadas sólo dos continúan yendo a las audiencias judiciales pues no quieren seguir escuchando cómo es que mataron a sus hijos

IRAPUATO, GTO. (OEM Informex). La mayoría de las familias dejaron de acudir a las audiencias judiciales que aún se siguen llevando a cabo por el asesinato de 27 personas del centro de rehabilitación “Buscando el camino a mi recuperación”, de la comunidad de Arandas, en Irapuato; no asisten porque hayan perdido el interés en el caso, sino porque a dos años del multihomicidio, el presunto responsable aún no ha sido sentenciado y en cada sesión a la que van es sólo para escuchar una y otra vez cómo es que él y otras dos personas presuntamente acabaron con la vida de los jóvenes anexados.


Han pasado dos años de la masacre en el anexo de Arandas y para las familias la herida sigue abierta y aunque quisieran olvidar lo sucedido, esto les ha sido imposible, pues aún esperan que haya justicia, aunque en esa espera muchas personas han perdido las fuerzas, su salud se ha mermado y muchas más perdieron las ganas de vivir, aunque deben hacerlo, pues tienen que seguir manteniendo a los deudos que dejaron los jóvenes asesinados.


Tal es el caso de Rosalba Santoyo, quien perdió a sus tres de sus hijos Omar, Geovanny y Christian durante la masacre, pues dos de ellos estaban anexados y el otro acudió a llevarles un refresco para que comieran, justo en el momento en que se perpetró el ataque.


Para Rosy, como la conocen sus vecinos, el día a día se ha vuelto difícil de sobrellevar, pues tiene que lidiar entre la tristeza y la enfermedad que en los últimos meses se le ha agravado; se le ve considerablemente más delgada y hasta con algunos moretones, pues debido a sus padecimientos, le es difícil hasta mantenerse en pie y conservar el equilibrio al caminar; Rosy ha tenido que hacerse cargo de su nieta, hija de Giovanni, a quien está apoyando para que continúe la secundaria.

“Mi niña necesita apoyo, está sólita, yo ya no puedo trabajar como lo hacía antes, mi esposo tampoco, pero ella merece lo mejor y como podemos, estamos haciéndole para que ella siga estudiando”, dijo Rosy.

La hija de Geovanny ahora cursa la secundaria y aunque durante el último año de primaria tuvo una beca, ésta le fue retirada al pasar de nivel educativo, por lo que los gastos de la educación son cada vez más pesados y ni Rosy ni su esposo han podido apoyarla como quisiera.

Y es que después de la tragedia, la vida de toda su familia cambió, Rosy, su esposo y uno de sus hijos enfermaron y ahora toda la responsabilidad económica recae en el mayor, pero es insuficiente el esfuerzo que todos hacen.

“Ha sido un infierno. Salgo a la sala y veo las sillas arriba del comedor, donde en algún momento escuche sus voces, pero ahora no hay nadie que se siente ahí, sólo siento su ausencia”.

Al fondo del desayunador, Rosy tiene una fotografía enmarcada con los rostros de los cinco hijos que perdió, tres de ellos en la masacre del anexo, y cada uno tiene escrita la fecha del día de su partida.

Es muy difícil sobrellevar el dolor de la pérdida de a quien amas, nosotros estamos mal, incluso la que fue novia de mi Geovanny murió hace poco, se empezó a poner mal, siempre decía que mejor la hubieran matado a ella, la vi empeorar y hace poco supe que ya había fallecido, como no puedo salir sola de la casa, no supe nada más.

“Hace poco yo me sentía culpable de haber metido ahí a mis hijos, pero uno lo único que quiere es que se alivianen, que superen los problemas y se regeneren, el dinero no me interesaba, yo trabajaba y todo, solo quería lo mejor para ellos, quisiera tener la fuerza de antes y poder ayudar ahora a mi nieta”.

Sin ánimos para acudir a audiencias

Rosy perdió el interés de acudir a las audiencias, desde que vio que a cada una que asistía era escuchar una y otra vez cómo Jesús Emmanuel, alias El Jordan, asesinó a sus tres hijos y a 24 personas más aquel primero de julio de 2020.


No me van a devolver a mis hijos, lo demás no me importa, agarraron a tres o cuatro y ahora resulta que solo tienen a uno, por esas cosas es que ya no queremos saber nada más, no vamos a obtener nada de esto”, fue lo que dijo Rosy Santoyo al respecto, pues su familia por las distintas dificultades que ha atravesado en lo económico y psicológico no ha acudido a presenciar las audiencias.

Aun así, todos esperan que al pueda darse la tan anhelada justicia llegue y los responsables paguen por la muerte de las 27 víctimas.

“Sé que ni mi hijo ni los de ninguna de las demás va a regresar, pero al menos que esto no se quede impune y al responsable lo encierren toda la vida en prisión”, dijo entre lágrimas otra de las madres de las víctimas quien prefirió mantenerse en el anonimato, pues a dos años aún siguen acosándolas con amenazas para que desistan a asistir a las audiencias.

Dos años y sin sentencia

A Jesús Emmanuel lo detuvieron 13 días después del asesinato de las 27 personas. En aquel momento se dijo que él había sido detenido apenas hace unos días antes de la masacre en el anexo, pero que había sido liberado por falta de pruebas; en su momento, también, fue expuesto como un ejemplo de lo que la “puerta giratoria” había provocado, pero todo quedó hasta ahí.

Han pasado dos años y El Jordan no ha sido sentenciado.

Una de las familiares de las víctimas declaró a Organización Editorial Mexicana que a partir de la audiencia de vinculación a proceso, todo han sido largas y obstáculos para llegar a la justicia.

“En algún momento nos dijeron que la suspenderían, porque el defensor tenía Covid, luego que alguien más enfermó, el caso es que el proceso que llevaban se supone que se llegaría a la resolución para finales de junio o julio de 2022, pero ahora todo está retrasado y esperamos que en los próximos meses nos digan qué es lo que va a pasar”.

Arandas, aún recuerda a sus jóvenes

Desde días antes del aniversario luctuoso por la muerte de las 27 personas del anexo, en Arandas es como si el tiempo volviera a aquel julio de 2020.

En las conversaciones es inevitable traer al tema lo ocurrido el primero de julio de 2020, desde ese entonces gran parte de la comunidad se encuentra de luto permanente.


En las calles la gente comienza a murmurar al pasar por la calle Vicente Guerrero, donde se encuentran dos de los murales realizados por Juan Antonio, un artista de la comunidad que inspirado por sus amigos y un familiar que perdieron la vida durante la masacre hizo estos en forma de homenaje con la leyenda “En memoria de los anexados de Arandas” y después de dos años, las dos pinturas se encuentran totalmente intactas.

“Hay muchachos que les gusta andar rayando, pero los murales de los fallecidos en el anexo los respetan, incluso mantienen las áreas con la maleza corta por si alguien quiere acercarse a verlos”, relataron vecinos.

En esta ocasión solicitaron al párroco del templo del Señor de Esquipulas para hacer una misa en memoria de los fallecidos, pues quienes perdieron la confianza en la autoridad y la justicia han buscado un refugio en la fe y la esperanza de volverse a reunir con los suyos al final del camino.

Habitantes de la comunidad aún viven con el miedo de que un hecho como aquel se repita, el deseo de ayudar a los habitantes de la comunidad a superar sus adicciones los ha unido más que nunca, sin embargo en ocasiones al mirar atrás sienten que con el creciente problema de la drogadicción y la inseguridad están peleando una batalla perdida.

“En la comunidad todos nos conocemos, aunque sea de vista, es imposible no sentir dolor por lo que pasó con esos muchachos y es que eran jovencitos, apenas estaban empezando a vivir no sabemos cómo es que hay gente que es capaz de hacer tanto daño”, dijo Raquel, habitante de la comunidad.

IRAPUATO, GTO. (OEM Informex). La mayoría de las familias dejaron de acudir a las audiencias judiciales que aún se siguen llevando a cabo por el asesinato de 27 personas del centro de rehabilitación “Buscando el camino a mi recuperación”, de la comunidad de Arandas, en Irapuato; no asisten porque hayan perdido el interés en el caso, sino porque a dos años del multihomicidio, el presunto responsable aún no ha sido sentenciado y en cada sesión a la que van es sólo para escuchar una y otra vez cómo es que él y otras dos personas presuntamente acabaron con la vida de los jóvenes anexados.


Han pasado dos años de la masacre en el anexo de Arandas y para las familias la herida sigue abierta y aunque quisieran olvidar lo sucedido, esto les ha sido imposible, pues aún esperan que haya justicia, aunque en esa espera muchas personas han perdido las fuerzas, su salud se ha mermado y muchas más perdieron las ganas de vivir, aunque deben hacerlo, pues tienen que seguir manteniendo a los deudos que dejaron los jóvenes asesinados.


Tal es el caso de Rosalba Santoyo, quien perdió a sus tres de sus hijos Omar, Geovanny y Christian durante la masacre, pues dos de ellos estaban anexados y el otro acudió a llevarles un refresco para que comieran, justo en el momento en que se perpetró el ataque.


Para Rosy, como la conocen sus vecinos, el día a día se ha vuelto difícil de sobrellevar, pues tiene que lidiar entre la tristeza y la enfermedad que en los últimos meses se le ha agravado; se le ve considerablemente más delgada y hasta con algunos moretones, pues debido a sus padecimientos, le es difícil hasta mantenerse en pie y conservar el equilibrio al caminar; Rosy ha tenido que hacerse cargo de su nieta, hija de Giovanni, a quien está apoyando para que continúe la secundaria.

“Mi niña necesita apoyo, está sólita, yo ya no puedo trabajar como lo hacía antes, mi esposo tampoco, pero ella merece lo mejor y como podemos, estamos haciéndole para que ella siga estudiando”, dijo Rosy.

La hija de Geovanny ahora cursa la secundaria y aunque durante el último año de primaria tuvo una beca, ésta le fue retirada al pasar de nivel educativo, por lo que los gastos de la educación son cada vez más pesados y ni Rosy ni su esposo han podido apoyarla como quisiera.

Y es que después de la tragedia, la vida de toda su familia cambió, Rosy, su esposo y uno de sus hijos enfermaron y ahora toda la responsabilidad económica recae en el mayor, pero es insuficiente el esfuerzo que todos hacen.

“Ha sido un infierno. Salgo a la sala y veo las sillas arriba del comedor, donde en algún momento escuche sus voces, pero ahora no hay nadie que se siente ahí, sólo siento su ausencia”.

Al fondo del desayunador, Rosy tiene una fotografía enmarcada con los rostros de los cinco hijos que perdió, tres de ellos en la masacre del anexo, y cada uno tiene escrita la fecha del día de su partida.

Es muy difícil sobrellevar el dolor de la pérdida de a quien amas, nosotros estamos mal, incluso la que fue novia de mi Geovanny murió hace poco, se empezó a poner mal, siempre decía que mejor la hubieran matado a ella, la vi empeorar y hace poco supe que ya había fallecido, como no puedo salir sola de la casa, no supe nada más.

“Hace poco yo me sentía culpable de haber metido ahí a mis hijos, pero uno lo único que quiere es que se alivianen, que superen los problemas y se regeneren, el dinero no me interesaba, yo trabajaba y todo, solo quería lo mejor para ellos, quisiera tener la fuerza de antes y poder ayudar ahora a mi nieta”.

Sin ánimos para acudir a audiencias

Rosy perdió el interés de acudir a las audiencias, desde que vio que a cada una que asistía era escuchar una y otra vez cómo Jesús Emmanuel, alias El Jordan, asesinó a sus tres hijos y a 24 personas más aquel primero de julio de 2020.


No me van a devolver a mis hijos, lo demás no me importa, agarraron a tres o cuatro y ahora resulta que solo tienen a uno, por esas cosas es que ya no queremos saber nada más, no vamos a obtener nada de esto”, fue lo que dijo Rosy Santoyo al respecto, pues su familia por las distintas dificultades que ha atravesado en lo económico y psicológico no ha acudido a presenciar las audiencias.

Aun así, todos esperan que al pueda darse la tan anhelada justicia llegue y los responsables paguen por la muerte de las 27 víctimas.

“Sé que ni mi hijo ni los de ninguna de las demás va a regresar, pero al menos que esto no se quede impune y al responsable lo encierren toda la vida en prisión”, dijo entre lágrimas otra de las madres de las víctimas quien prefirió mantenerse en el anonimato, pues a dos años aún siguen acosándolas con amenazas para que desistan a asistir a las audiencias.

Dos años y sin sentencia

A Jesús Emmanuel lo detuvieron 13 días después del asesinato de las 27 personas. En aquel momento se dijo que él había sido detenido apenas hace unos días antes de la masacre en el anexo, pero que había sido liberado por falta de pruebas; en su momento, también, fue expuesto como un ejemplo de lo que la “puerta giratoria” había provocado, pero todo quedó hasta ahí.

Han pasado dos años y El Jordan no ha sido sentenciado.

Una de las familiares de las víctimas declaró a Organización Editorial Mexicana que a partir de la audiencia de vinculación a proceso, todo han sido largas y obstáculos para llegar a la justicia.

“En algún momento nos dijeron que la suspenderían, porque el defensor tenía Covid, luego que alguien más enfermó, el caso es que el proceso que llevaban se supone que se llegaría a la resolución para finales de junio o julio de 2022, pero ahora todo está retrasado y esperamos que en los próximos meses nos digan qué es lo que va a pasar”.

Arandas, aún recuerda a sus jóvenes

Desde días antes del aniversario luctuoso por la muerte de las 27 personas del anexo, en Arandas es como si el tiempo volviera a aquel julio de 2020.

En las conversaciones es inevitable traer al tema lo ocurrido el primero de julio de 2020, desde ese entonces gran parte de la comunidad se encuentra de luto permanente.


En las calles la gente comienza a murmurar al pasar por la calle Vicente Guerrero, donde se encuentran dos de los murales realizados por Juan Antonio, un artista de la comunidad que inspirado por sus amigos y un familiar que perdieron la vida durante la masacre hizo estos en forma de homenaje con la leyenda “En memoria de los anexados de Arandas” y después de dos años, las dos pinturas se encuentran totalmente intactas.

“Hay muchachos que les gusta andar rayando, pero los murales de los fallecidos en el anexo los respetan, incluso mantienen las áreas con la maleza corta por si alguien quiere acercarse a verlos”, relataron vecinos.

En esta ocasión solicitaron al párroco del templo del Señor de Esquipulas para hacer una misa en memoria de los fallecidos, pues quienes perdieron la confianza en la autoridad y la justicia han buscado un refugio en la fe y la esperanza de volverse a reunir con los suyos al final del camino.

Habitantes de la comunidad aún viven con el miedo de que un hecho como aquel se repita, el deseo de ayudar a los habitantes de la comunidad a superar sus adicciones los ha unido más que nunca, sin embargo en ocasiones al mirar atrás sienten que con el creciente problema de la drogadicción y la inseguridad están peleando una batalla perdida.

“En la comunidad todos nos conocemos, aunque sea de vista, es imposible no sentir dolor por lo que pasó con esos muchachos y es que eran jovencitos, apenas estaban empezando a vivir no sabemos cómo es que hay gente que es capaz de hacer tanto daño”, dijo Raquel, habitante de la comunidad.

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