/ domingo 14 de julio de 2024

México peligra por la destrucción de instituciones

Conmemorar el Día del Abogado, el día 12, fue ensombrecido por la venganza de Andrés Manuel López Obrador de querer destruir al Poder Judicial. Afectará a los usuarios del servicio de justicia, especialmente a quienes demandan la protección de sus derechos humanos por actos de autoridad. Y por la pretensión de Morena de sobrerrepresentarse con diputados de más, para tener mayoría con la cual buscan reformar solos la Constitución, violando la misma Constitución.

Sin duda, a López Obrador le fastidió que la Suprema Corte de Justicia declarara contrarias a la Constitución varias de sus propuestas. Y con la presidenta electa, buscan desaparecer ese contrapeso constitucional: tener un Poder Judicial también sumiso. Y regresarnos un siglo atrás, a la época de Plutarco Elías Calles, controlando a su sucesora. A un gobierno de partido predominante, hegemónico, centralista. La “dictadura perfecta”. Desmontarían al Estado de Derecho, que fundamentalmente exige respeto a los derechos humanos y la división de poderes.

Una parte del país vive abrumada luego de las elecciones. Una fortaleza institucional fueron las mesas directivas de casilla -receptoras de votos-. La idea de insacular ciudadanos para, por sorteo, así integrarlas, la impulsé yo (la tomé de España), siendo diputado federal, en propuesta de reforma política que en 1989 presentamos los panistas al presidente Salinas de Gortari y concretamos. Ahí emergió la ciudadanización de nuestro sistema electoral, el IFE, y su unidad básica, la mesa directiva. Es el tramo institucional más trascendente y eficaz (“La voz de los otros”, José Woldenberg, Cal y Arena, 2015). Vino después la ciudadanización del Consejo General y la exclusión del secretario de Gobernación. No afectaron las lealtades de la ahora presidenta del INE. Las amenazas mayores vendrían después: querer alterar la representación popular. Para luego, desaparecer al INE y reaparecer Gobernación.

El Tribunal Electoral inició la calificación de la elección presidencial y condenó, el miércoles 10, la injerencia de López Obrador en el proceso, desde mayo del 2023, por coaccionar el voto ciudadano, usar indebidamente recursos públicos y programas sociales, promoción personalizada, propaganda gubernamental en período prohibido. En particular, condenó su alusión al “Plan C” para lograr mayoría calificada en las cámaras legislativas, reprochable injerencia en las preferencias ciudadanas. También condenó declaraciones violatorias de la Constitución de la entonces jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, del vocero presidencial y otros. El presidente de la República no es sancionable. AMLO explotó por ello el viernes contra Tribunal. Falta éste enjuicie la intervención del crimen organizado. Fue una “elección de estado”; dispareja, como eran en el príato.

No nos estacionemos en el agobio. Apunté en este espacio que es necesario reconstruir el sistema de partidos políticos, fundar nuevas opciones, real y positivamente ciudadanas. Los actuales son inviables. Pero hay que considerar antes lo más fundamental: contar con ciudadanía, con demócratas. ¿Los tenemos? Éste es un reto enorme. De inicio nos falta estima de la verdad en el conocimiento y la conducta, rechazamos una ética congruente de la vida personal y social; tenemos deficiencias en el pensar ordenado y crítico. No hay escuelas de ciudadanía en el país. Hay que construirlas.

Si desatendemos nuestro déficit ciudadano, no hay futuro prometedor. Deconstruir implica reconocer qué hemos hecho o dejado de hacer, por qué, qué cambiar. Empezar por cada uno. Reconocernos personas, cuerpos espiritualizados o espíritus encarnados. Somos preguntas vivientes en busca de respuestas. Arrastramos de siglos resentimientos, falsedades, esquizofrenias, soledades, maniqueísmos, patriarcados, individualismo, simulaciones y otro etcétera largo. Reconstruir nos exige asumirnos cono personas responsables y reconocer en los otros la misma dignidad, así como la interdependencia para el bien o para mal común. Cuidemos lo que funciona. Reconstruyamos lo que no, incluyendo en el Poder Judicial, que por supuesto requiere mejoras. No destruyamos lo avanzado. Cuidemos las instituciones que mucho nos han costado.


Analista político

@jalcants

Conmemorar el Día del Abogado, el día 12, fue ensombrecido por la venganza de Andrés Manuel López Obrador de querer destruir al Poder Judicial. Afectará a los usuarios del servicio de justicia, especialmente a quienes demandan la protección de sus derechos humanos por actos de autoridad. Y por la pretensión de Morena de sobrerrepresentarse con diputados de más, para tener mayoría con la cual buscan reformar solos la Constitución, violando la misma Constitución.

Sin duda, a López Obrador le fastidió que la Suprema Corte de Justicia declarara contrarias a la Constitución varias de sus propuestas. Y con la presidenta electa, buscan desaparecer ese contrapeso constitucional: tener un Poder Judicial también sumiso. Y regresarnos un siglo atrás, a la época de Plutarco Elías Calles, controlando a su sucesora. A un gobierno de partido predominante, hegemónico, centralista. La “dictadura perfecta”. Desmontarían al Estado de Derecho, que fundamentalmente exige respeto a los derechos humanos y la división de poderes.

Una parte del país vive abrumada luego de las elecciones. Una fortaleza institucional fueron las mesas directivas de casilla -receptoras de votos-. La idea de insacular ciudadanos para, por sorteo, así integrarlas, la impulsé yo (la tomé de España), siendo diputado federal, en propuesta de reforma política que en 1989 presentamos los panistas al presidente Salinas de Gortari y concretamos. Ahí emergió la ciudadanización de nuestro sistema electoral, el IFE, y su unidad básica, la mesa directiva. Es el tramo institucional más trascendente y eficaz (“La voz de los otros”, José Woldenberg, Cal y Arena, 2015). Vino después la ciudadanización del Consejo General y la exclusión del secretario de Gobernación. No afectaron las lealtades de la ahora presidenta del INE. Las amenazas mayores vendrían después: querer alterar la representación popular. Para luego, desaparecer al INE y reaparecer Gobernación.

El Tribunal Electoral inició la calificación de la elección presidencial y condenó, el miércoles 10, la injerencia de López Obrador en el proceso, desde mayo del 2023, por coaccionar el voto ciudadano, usar indebidamente recursos públicos y programas sociales, promoción personalizada, propaganda gubernamental en período prohibido. En particular, condenó su alusión al “Plan C” para lograr mayoría calificada en las cámaras legislativas, reprochable injerencia en las preferencias ciudadanas. También condenó declaraciones violatorias de la Constitución de la entonces jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, del vocero presidencial y otros. El presidente de la República no es sancionable. AMLO explotó por ello el viernes contra Tribunal. Falta éste enjuicie la intervención del crimen organizado. Fue una “elección de estado”; dispareja, como eran en el príato.

No nos estacionemos en el agobio. Apunté en este espacio que es necesario reconstruir el sistema de partidos políticos, fundar nuevas opciones, real y positivamente ciudadanas. Los actuales son inviables. Pero hay que considerar antes lo más fundamental: contar con ciudadanía, con demócratas. ¿Los tenemos? Éste es un reto enorme. De inicio nos falta estima de la verdad en el conocimiento y la conducta, rechazamos una ética congruente de la vida personal y social; tenemos deficiencias en el pensar ordenado y crítico. No hay escuelas de ciudadanía en el país. Hay que construirlas.

Si desatendemos nuestro déficit ciudadano, no hay futuro prometedor. Deconstruir implica reconocer qué hemos hecho o dejado de hacer, por qué, qué cambiar. Empezar por cada uno. Reconocernos personas, cuerpos espiritualizados o espíritus encarnados. Somos preguntas vivientes en busca de respuestas. Arrastramos de siglos resentimientos, falsedades, esquizofrenias, soledades, maniqueísmos, patriarcados, individualismo, simulaciones y otro etcétera largo. Reconstruir nos exige asumirnos cono personas responsables y reconocer en los otros la misma dignidad, así como la interdependencia para el bien o para mal común. Cuidemos lo que funciona. Reconstruyamos lo que no, incluyendo en el Poder Judicial, que por supuesto requiere mejoras. No destruyamos lo avanzado. Cuidemos las instituciones que mucho nos han costado.


Analista político

@jalcants