/ sábado 19 de junio de 2021

Madre e Hija… Invisibles en lo visible

Por Roboán Rodríguez Carrera

Salió el sol, y con ello la sombra de ambas se dibujó en la superficie del pavimento. El fruto de ella germinó a su imagen y semejanza; inocente y frágil como una pequeña estrella de cristal; reluciente en el regocijo de ser para ella luna de maternidad. La cargó en su vientre con ternura y fuerza; con ferocidad ante la desdicha, y coraje frente al miedo.

Ella creció en el centro de su cuerpo, ahí donde la luz es calor y sonido de vida. Unidas desde el nacimiento por un lazo etéreo. Madre e hija sacuden al mundo con pisadas de gigante y latidos unísonos que dejan huella sobre esta urbe.

Su historia es el recuento de una patria de indiferencia que se deshila y evapora en el laberinto del egoísmo.

Madre e hija redibujan sus raíces en la nación del maíz. Sobre las bulliciosas avenidas caminan ajenas al ritmo del consumismo, distanciadas de esta lengua que solo entona pregones de oferta y demanda.

Así van ellas, con vestimenta de manta bordada en estambre de alegres tonos, y pintura sobre el rostro para ocultar su origen ancestral. La máscara impuesta para cubrir la flor de su sangre nativa es un mensaje de grito y estruendo al universo: “aquí estamos, aquí somos; radiantes en las sombras, ocultas en el día”.

Hacia dónde va su caminar, nadie lo indaga. Su destino no interesa al mundo, pues el mundo no es para ellas; ellas son el mundo. Su alimento no te preocupa, pues ellas no son tu familia; son un cantar en silencio que irrumpe en la conciencia para detonar ráfagas de incomodidad.

La hipocresía de la doble moral se descubre. Las enseñanzas de amor al prójimo son para ellas meras palabras sin contenido. Han aprendido a proseguir sin ese amor fraterno tan mencionado en los santos escritos. Los pregones de la Declaración de los Derechos Humanos no las han alcanzado. Las Garantías Individuales que enarbola la Carta Magna de nuestro México son un murmullo de falsedad en su caminar de sobrevivencia diaria.

¡La Patria es Primero! Pronunció el héroe insurgente Vicente Guerrero ante el ofrecimiento de las fuerzas imperiales españolas de abandonar la lucha de independencia a cambio de un puesto respetable en sus filas coloniales. ¡La Patria es Primero! Se escribe con letras doradas en el Congreso de la Unión de la Cámara de Diputados. Madre e hija elevan sus ojos hacia la magnificencia del cielo y preguntan: “¿Qué es la Patria?”... Una caricia de viento las cobija y al regresar su mirada hacia el interior de su ser, una pregunta más abraza el instante: “¿Quién es la Patria?”…

Los vehículos siguen circulando a su alrededor, cada quien siendo y haciendo Patria a su manera más conveniente. Algunos con millones de pesos en sus mentes; otros, muchos más, consiguiendo sólo unos cuantos para llegar al día siguiente. Madre e hija deciden resistir y luchar. Cada respirar se vuelve un rugido de batalla. Ella dispuesta a todo por su hija; ella agradecida de su madre por todo...

Cuando la noche cae, y el frio reina en el ambiente, ella cubre a su hija con brazos de fuego en una impenetrable fortaleza de amor. La energía más fascinante del cosmos desciende sobre ambas para convertirlas en la gota de luz que riega la Patria; rebeldes y justas como su lucha. Radiantes en las sombras, ocultas en el día; Madre e Hija, invisibles en lo visible.

(Octubre 2018 León, Guanajuato)

Por Roboán Rodríguez Carrera

Salió el sol, y con ello la sombra de ambas se dibujó en la superficie del pavimento. El fruto de ella germinó a su imagen y semejanza; inocente y frágil como una pequeña estrella de cristal; reluciente en el regocijo de ser para ella luna de maternidad. La cargó en su vientre con ternura y fuerza; con ferocidad ante la desdicha, y coraje frente al miedo.

Ella creció en el centro de su cuerpo, ahí donde la luz es calor y sonido de vida. Unidas desde el nacimiento por un lazo etéreo. Madre e hija sacuden al mundo con pisadas de gigante y latidos unísonos que dejan huella sobre esta urbe.

Su historia es el recuento de una patria de indiferencia que se deshila y evapora en el laberinto del egoísmo.

Madre e hija redibujan sus raíces en la nación del maíz. Sobre las bulliciosas avenidas caminan ajenas al ritmo del consumismo, distanciadas de esta lengua que solo entona pregones de oferta y demanda.

Así van ellas, con vestimenta de manta bordada en estambre de alegres tonos, y pintura sobre el rostro para ocultar su origen ancestral. La máscara impuesta para cubrir la flor de su sangre nativa es un mensaje de grito y estruendo al universo: “aquí estamos, aquí somos; radiantes en las sombras, ocultas en el día”.

Hacia dónde va su caminar, nadie lo indaga. Su destino no interesa al mundo, pues el mundo no es para ellas; ellas son el mundo. Su alimento no te preocupa, pues ellas no son tu familia; son un cantar en silencio que irrumpe en la conciencia para detonar ráfagas de incomodidad.

La hipocresía de la doble moral se descubre. Las enseñanzas de amor al prójimo son para ellas meras palabras sin contenido. Han aprendido a proseguir sin ese amor fraterno tan mencionado en los santos escritos. Los pregones de la Declaración de los Derechos Humanos no las han alcanzado. Las Garantías Individuales que enarbola la Carta Magna de nuestro México son un murmullo de falsedad en su caminar de sobrevivencia diaria.

¡La Patria es Primero! Pronunció el héroe insurgente Vicente Guerrero ante el ofrecimiento de las fuerzas imperiales españolas de abandonar la lucha de independencia a cambio de un puesto respetable en sus filas coloniales. ¡La Patria es Primero! Se escribe con letras doradas en el Congreso de la Unión de la Cámara de Diputados. Madre e hija elevan sus ojos hacia la magnificencia del cielo y preguntan: “¿Qué es la Patria?”... Una caricia de viento las cobija y al regresar su mirada hacia el interior de su ser, una pregunta más abraza el instante: “¿Quién es la Patria?”…

Los vehículos siguen circulando a su alrededor, cada quien siendo y haciendo Patria a su manera más conveniente. Algunos con millones de pesos en sus mentes; otros, muchos más, consiguiendo sólo unos cuantos para llegar al día siguiente. Madre e hija deciden resistir y luchar. Cada respirar se vuelve un rugido de batalla. Ella dispuesta a todo por su hija; ella agradecida de su madre por todo...

Cuando la noche cae, y el frio reina en el ambiente, ella cubre a su hija con brazos de fuego en una impenetrable fortaleza de amor. La energía más fascinante del cosmos desciende sobre ambas para convertirlas en la gota de luz que riega la Patria; rebeldes y justas como su lucha. Radiantes en las sombras, ocultas en el día; Madre e Hija, invisibles en lo visible.

(Octubre 2018 León, Guanajuato)