/ martes 15 de febrero de 2022

Las remesas, un bálsamo para la economía y el dolor

A pesar de que la pandemia provocada por el Covid-19 mantiene a la economía global en un tobogán, los migrantes mexicanos que viven en Estados Unidos registraron una cifra histórica de remesas familiares en el 2021. Los 51,594 millones de dólares enviados por nuestros paisanos, fueron un bálsamo para la economía nacional, ayudaron a solventar las carencias de sus seres queridos y a mitigar, en lo posible, el dolor causado por su ausencia, y más aún en los tiempos del Covid-19.

El bálsamo de las remesas impacta principalmente en dos aristas. En primer lugar, el histórico de divisas registrado en 2021 llega tras dos años en que en México tenemos más incertidumbre que certeza. Solo por citar unos datos, según el Banco de México, entre 2019 y 2020 se perdieron un total de 11.4 millones de empleos. Además, alrededor de 9 millones de mexicanos pasaron a ser considerados como pobres, y una cantidad muy similar se ubicaron en la pobreza extrema. (Esto sin tomar en cuenta estados como los que integran la Alianza Centro Bajío Occidente que han sumado esfuerzos para fortalecer el intercambio comercial y turismo regional.)

Si bien las remesas no son una solución directa para enfrentar estas problemáticas, sí dan un respiro a los indicadores económicos del país y motivan a la microeconomía. Para ponernos en perspectiva, según un análisis realizado por el periódico El Economista, las cifras alcanzadas por las divisas en el 2021 superaron a los ingresos en el mismo año por la exportación de petróleo, los cuales ascendieron a 24 mil 300 millones de dólares. Es decir, nuestros paisanos enviaron a sus familias el doble de dólares de los que llegaron por la venta del hidrocarburo. Así mismo, las remesas superaron el promedio anual de Inversión Extranjera Directa (IED), el cual asciende a 30 mil millones de dólares.

Ahora bien, es digno de reconocer que, para lograr estas cifras nunca antes vistas en las remesas, los migrantes volvieron a poner el ejemplo de entrega y valor. No solo se han sobrepuesto a los estragos ocasionados por la pandemia (la Secretaría de Relaciones Exteriores reportó que, hasta la segunda semana de febrero, han muerto a causa de Covid 6,719 mexicanos que radicaban en Estados Unidos), también realizan trabajos que los connacionales del vecino del norte no aceptan. Además, no todos los migrantes se han beneficiado de los programas que el Gobierno de Estados Unidos ha brindado durante la pandemia, como los denominados “Ayuda para pequeños negocios” y “Beneficio por desempleo”.

En segundo lugar y el más importante, las remesas enviadas por los migrantes son el sustento económico de más de 1.8 millones de hogares en México. Pero también son algo más: el dinero que mandan es fruto de la esperanza que cargaron en su mochila al dejar su hogar y una retribución por su ausencia. La prioridad para los migrantes es asegurar su futuro y el de sus seres queridos. Esa es la realidad. La razón por la que los migrantes transfieren dinero, es para que sus familiares tengan un lugar digno donde vivir, alimentos suficientes en su mesa, atender oportunamente sus enfermedades y, en algunos casos, emprender un negocio.

Aunque muchos de ellos migraron porque en su lugar de origen no encontraron una oportunidad para salir adelante, con sus envíos apoyan indirectamente a reactivar la economía de sus municipios y estados. Este efecto multiplicador ha sido fundamental para soportar los estragos provocados por la pandemia, pero también las remesas son una muestra de afecto que alivia, en cierta medida, el dolor ocasionado por la migración.

En este sentido, Eduardo Torre Cantalapiedra, Profesor-investigador del Departamento de Estudios de Población de El Colegio de la Frontera Norte, habla sobre el concepto de las “remesas del dolor”. Él dice que “Las migraciones producen con frecuencia sufrimiento a las comunidades de origen, especialmente a los familiares que se quedan atrás. Esto se hace especialmente patente en situaciones trágicas en las que un familiar pierde la vida en el camino”.

Como hemos visto, el tema de las remesas es de grandes dimensiones y da para profundizar en futuros artículos sobre otras aristas, por ejemplo, los retos gubernamentales en materia de migración. De cómo, a través de las políticas públicas, deben mejorar las condiciones laborales para que nuestros paisanos encuentren motivos suficientes para quedarse en casa, construir en comunidad un mejor país y salir adelante sin tener que abandonar a sus familias. Por lo pronto, la pandemia provocada por el Covid-19 aún no ha terminado y nos seguirá poniendo a prueba como ningún otro fenómeno en mucho tiempo. No obstante, si algo nos caracteriza a los mexicanos es que ante la adversidad sacamos siempre lo mejor. Y la muestra la siguen poniendo nuestros migrantes, que en época de pandemia superaron y por mucho cualquier expectativa.

A pesar de que la pandemia provocada por el Covid-19 mantiene a la economía global en un tobogán, los migrantes mexicanos que viven en Estados Unidos registraron una cifra histórica de remesas familiares en el 2021. Los 51,594 millones de dólares enviados por nuestros paisanos, fueron un bálsamo para la economía nacional, ayudaron a solventar las carencias de sus seres queridos y a mitigar, en lo posible, el dolor causado por su ausencia, y más aún en los tiempos del Covid-19.

El bálsamo de las remesas impacta principalmente en dos aristas. En primer lugar, el histórico de divisas registrado en 2021 llega tras dos años en que en México tenemos más incertidumbre que certeza. Solo por citar unos datos, según el Banco de México, entre 2019 y 2020 se perdieron un total de 11.4 millones de empleos. Además, alrededor de 9 millones de mexicanos pasaron a ser considerados como pobres, y una cantidad muy similar se ubicaron en la pobreza extrema. (Esto sin tomar en cuenta estados como los que integran la Alianza Centro Bajío Occidente que han sumado esfuerzos para fortalecer el intercambio comercial y turismo regional.)

Si bien las remesas no son una solución directa para enfrentar estas problemáticas, sí dan un respiro a los indicadores económicos del país y motivan a la microeconomía. Para ponernos en perspectiva, según un análisis realizado por el periódico El Economista, las cifras alcanzadas por las divisas en el 2021 superaron a los ingresos en el mismo año por la exportación de petróleo, los cuales ascendieron a 24 mil 300 millones de dólares. Es decir, nuestros paisanos enviaron a sus familias el doble de dólares de los que llegaron por la venta del hidrocarburo. Así mismo, las remesas superaron el promedio anual de Inversión Extranjera Directa (IED), el cual asciende a 30 mil millones de dólares.

Ahora bien, es digno de reconocer que, para lograr estas cifras nunca antes vistas en las remesas, los migrantes volvieron a poner el ejemplo de entrega y valor. No solo se han sobrepuesto a los estragos ocasionados por la pandemia (la Secretaría de Relaciones Exteriores reportó que, hasta la segunda semana de febrero, han muerto a causa de Covid 6,719 mexicanos que radicaban en Estados Unidos), también realizan trabajos que los connacionales del vecino del norte no aceptan. Además, no todos los migrantes se han beneficiado de los programas que el Gobierno de Estados Unidos ha brindado durante la pandemia, como los denominados “Ayuda para pequeños negocios” y “Beneficio por desempleo”.

En segundo lugar y el más importante, las remesas enviadas por los migrantes son el sustento económico de más de 1.8 millones de hogares en México. Pero también son algo más: el dinero que mandan es fruto de la esperanza que cargaron en su mochila al dejar su hogar y una retribución por su ausencia. La prioridad para los migrantes es asegurar su futuro y el de sus seres queridos. Esa es la realidad. La razón por la que los migrantes transfieren dinero, es para que sus familiares tengan un lugar digno donde vivir, alimentos suficientes en su mesa, atender oportunamente sus enfermedades y, en algunos casos, emprender un negocio.

Aunque muchos de ellos migraron porque en su lugar de origen no encontraron una oportunidad para salir adelante, con sus envíos apoyan indirectamente a reactivar la economía de sus municipios y estados. Este efecto multiplicador ha sido fundamental para soportar los estragos provocados por la pandemia, pero también las remesas son una muestra de afecto que alivia, en cierta medida, el dolor ocasionado por la migración.

En este sentido, Eduardo Torre Cantalapiedra, Profesor-investigador del Departamento de Estudios de Población de El Colegio de la Frontera Norte, habla sobre el concepto de las “remesas del dolor”. Él dice que “Las migraciones producen con frecuencia sufrimiento a las comunidades de origen, especialmente a los familiares que se quedan atrás. Esto se hace especialmente patente en situaciones trágicas en las que un familiar pierde la vida en el camino”.

Como hemos visto, el tema de las remesas es de grandes dimensiones y da para profundizar en futuros artículos sobre otras aristas, por ejemplo, los retos gubernamentales en materia de migración. De cómo, a través de las políticas públicas, deben mejorar las condiciones laborales para que nuestros paisanos encuentren motivos suficientes para quedarse en casa, construir en comunidad un mejor país y salir adelante sin tener que abandonar a sus familias. Por lo pronto, la pandemia provocada por el Covid-19 aún no ha terminado y nos seguirá poniendo a prueba como ningún otro fenómeno en mucho tiempo. No obstante, si algo nos caracteriza a los mexicanos es que ante la adversidad sacamos siempre lo mejor. Y la muestra la siguen poniendo nuestros migrantes, que en época de pandemia superaron y por mucho cualquier expectativa.

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