/ lunes 11 de junio de 2018

Las agresiones socio-delincuenciales a las fuerzas armadas - Dr. Jorge A. Lumbreras Castro

La delincuencia busca responder a las estrategias de las instituciones del Estado Mexicano y para ello genera nuevas tácticas para enfrentar a las fuerzas de seguridad, en particular a las Fuerzas Armadas. En unos casos se trata de la combinación de autodefensas, narcotráfico y de la utilización facciosa de los usos y costumbres existentes en diversas comunidades del país para crear frentes socio-delincuenciales. En otros, la suma surje de comunidades, narcotráfico y organizaciones sociales que son fachada de grupos que oscilan entre los movimientos armados y el narcotráfico; y en otros consiste en organizar a los pobladores con fines aparentemente políticos para encubrir actividades delictivas y disuadir la presencia de las Fuerzas Armadas. En suma, se trata  de enfrentar a la población civil con las policías, el Ejército y la Marina.

En su origen esta estrategia consitió en “bajar” dinero y algunos beneficios sociales a las comunidades, con la pretensión de hacerse del apoyo social; después esta técnica se refinó para emplear más pobladores en las actividades delictivas, fuese para  producir, trasladar o vender sustancias ilícitas o bien para utilizar a los jóvenes como sicarios, “halcones”, secuestradores y cobradores de derecho de piso; posteriormente la delincuencia avanzó con el objetivo de “adoctrinar” a sus elementos y hacerse de apoyos sociales mediante el control o creacion de organizaciones fachada, la corrupción de actores institucionales, el uso de la violencia y la generacion de empresas. En otros términos, la delincuencia creó en diferentes formas su propia “política social” y su propia política de “distribución del ingreso”, a costa de la salud, la vida, los bienes y el patrimonio de otros ciudadanos y de la nación misma.

Se ha dicho que las condiciones de pobreza y marginación están en la base de que integrantes de comunidades, familias y localidades se dediquen al secuestro, el narcotráfico, el homicidio, el robo de combustible, la extorsión, la trata de  personas y toda una gama de delitos que les reportan beneficios económicos; sin embargo también es cierto que la condición de marginacion social no aplica para la mayoría de los casos, que se tiene evidencia de personas que antes de dedicarse a la delincuencia y a la violencia extrema disponían de acceso a salud, educación, servicios básicos y alguna expectativa de empleo e ingreso; y en evidencia los funcionarios de las administraciones públicas locales y federal así como los actores políticos distan de caer en la definición de pobreza.

La cuestión es que la delincuencia encontró que crear sus “bases sociales de apoyo” le permite operar con mayor libertad, confundirse con la ciudadanía, tensionar el actuar de las instituciones de seguridad y justicia, y replicar la fórmula de “Fuente Ovejuna” sólo que aquí un sector de “el pueblo” obedece las órdenes de un delincuente.

Sobre estos procesos en que la delincuencia distorsiona para sus fines el sentido de comunidad, organización social, y movilización social hay diferentes aproximaciones, sin embargo, no es un campo de estudio proclive a encuestas, cuestionarios o entrevistas, y menos aún para el trabajo directo en comunidad; lo que se sabe es por quienes deben vivir y transitar estas zonas donde el crimen permeó la vida colectiva, así como por periodistas que arriesgan todo para informar e interpretar estos hechos al servicio de la sociedad.

Lo que sabemos resulta desalentador al escuchar cómo reina la confusión, los dobles y triples discursos, la operación política de fachada para defender y esconder la delincuencia, el uso interesado de los medios de comunicación, la violencia extrema y el oportunismo político y mediático, todo  esto conduce a paradojas en que la delincuencia aparece como víctima, los verdugos como líderes comunitarios y sociales, las fuerzas de seguridad como violadores de derechos humanos, y los que defienden a la sociedad como víctimas del propio pueblo al que juraron defender.

En esos puntos las tácticas de la delincuencia organizada han resultado eficientes para generar incertidumbre, confusión, posiciones encontradas, y desalentar el trabajo de las fuerzas de seguridad así como de procuración de justicia. Alinentar el no saber ¿quién es quién?, es un trabajo que requiere dinero, operación en campo y uso de la violencia, pero también precisa incapacidades policiales para brindar seguridad, un marco jurídico atrasado, falta de recursos para profesionalizar las polícias, coptación de actores políticos, corrupción, y fractura de los valores que dan cohesión y armonía al tejido social como son la honestidad, el trabajo, el esfuerzo, y la dedicación. Requiere falta de definición nacional.

La delincuencia organizada ha sido eficaz al promover el enriquecimiento súbito, el uso criminal de la política, y las acciones delictivas como ruta de ascenso y reconocimiento social en especial entre los jóvenes.

Hace sólo unos días personal de la Secretaria de Marina Armada de México cerca de Ciudad Guzmán, en el estado de Jalisco, recibió agresiones por más de 100 personas que supuestamente realizaban una manifestación, los elementos avanzaban a bordo de vehículos oficiales, plenamente identificables  cuando recibieron agresiones del grupo que se manifestaba contra la presencia de elementos  de la Marina en la región. Ante esta situación, el personal naval -que es acusado un día sí y otro tambien de desaparecer personas-, actuó con disciplina y con base en el Manual del Uso de la Fuerza de Aplicación Común de las tres Fuerzas Armadas –en México no hay un manual de este tipo que rija a nivel nacional- para disminuir el nivel de la agresión y reducir el peligro de bajas de civiles y de su personal; efectuaron algunos disparos al aire para disuadir a este grupo al ver que su vida se encontraba en peligro, pero desaforundamente un elemento de la Marina Armada de México resultó herido,  sin embargo, las cosas pudieron terminar en otro escenario montado para donostar a las Fuerzas Armadas como ya ha ocurrido en otras ocasiones.

En los estados de Hidalgo y Puebla la delincuencia dedicada al robo de combustible tiene como ejes de su acción cotidiana que los pobladores estén armados, que arrojen bombas “molotov” contra el Ejército Mexicano y busquen generar enfrentamientos, porque saben que el Ejército actuará con base en los derechos humanos, que no responderá con las armas –de eso se aseguran al poner mujeres y niños por delante-, y porque en esta muestra de cobardía inaudita encubren sus actividades.

En estas abtidades llama la atención que personas reclutadas por la delincuencia asuman que robar combustible está bien porque el gobierno es corrupto; que si el petróleo es de todos entonces por qué no deberían tomar la gasolina; que  el pueblo tiene derecho a tomar el combustible porque pasa por su comunidad; y que sí los políticos roban cantidades millonarias por qué ellos no habrían de hacerlo cuando tienen necesidades. Incluso en algunos poblados es común ver las gasolinerías semivacías porque no pocas personas asumen que si la gasolina y el disel son caros es por culpa del gobierno, así que poco tiene de negativo comprarla a los que se la roban y con ello el ciclo se reproduce.

La delincuencia utiliza a la sociedad como escudo sin importarle en nada la integridad de las personas y sus familias, las Fuerzas Armadas se ven ante estas situaciones cada vez con mayor frecuencia, lo que muestra que el problema de la delincuencia tiene ahora una vertiente social en que será necesario invertir amplios esfuerzos públicos, sociales y privados,  se trata de crear una nueva generación de políticas públicas que habrían de iniciar por hacer las preguntas correctas por complejas y difíciles que sean. Pero nada de eso será posible sin definiciones nacionales.

La delincuencia busca responder a las estrategias de las instituciones del Estado Mexicano y para ello genera nuevas tácticas para enfrentar a las fuerzas de seguridad, en particular a las Fuerzas Armadas. En unos casos se trata de la combinación de autodefensas, narcotráfico y de la utilización facciosa de los usos y costumbres existentes en diversas comunidades del país para crear frentes socio-delincuenciales. En otros, la suma surje de comunidades, narcotráfico y organizaciones sociales que son fachada de grupos que oscilan entre los movimientos armados y el narcotráfico; y en otros consiste en organizar a los pobladores con fines aparentemente políticos para encubrir actividades delictivas y disuadir la presencia de las Fuerzas Armadas. En suma, se trata  de enfrentar a la población civil con las policías, el Ejército y la Marina.

En su origen esta estrategia consitió en “bajar” dinero y algunos beneficios sociales a las comunidades, con la pretensión de hacerse del apoyo social; después esta técnica se refinó para emplear más pobladores en las actividades delictivas, fuese para  producir, trasladar o vender sustancias ilícitas o bien para utilizar a los jóvenes como sicarios, “halcones”, secuestradores y cobradores de derecho de piso; posteriormente la delincuencia avanzó con el objetivo de “adoctrinar” a sus elementos y hacerse de apoyos sociales mediante el control o creacion de organizaciones fachada, la corrupción de actores institucionales, el uso de la violencia y la generacion de empresas. En otros términos, la delincuencia creó en diferentes formas su propia “política social” y su propia política de “distribución del ingreso”, a costa de la salud, la vida, los bienes y el patrimonio de otros ciudadanos y de la nación misma.

Se ha dicho que las condiciones de pobreza y marginación están en la base de que integrantes de comunidades, familias y localidades se dediquen al secuestro, el narcotráfico, el homicidio, el robo de combustible, la extorsión, la trata de  personas y toda una gama de delitos que les reportan beneficios económicos; sin embargo también es cierto que la condición de marginacion social no aplica para la mayoría de los casos, que se tiene evidencia de personas que antes de dedicarse a la delincuencia y a la violencia extrema disponían de acceso a salud, educación, servicios básicos y alguna expectativa de empleo e ingreso; y en evidencia los funcionarios de las administraciones públicas locales y federal así como los actores políticos distan de caer en la definición de pobreza.

La cuestión es que la delincuencia encontró que crear sus “bases sociales de apoyo” le permite operar con mayor libertad, confundirse con la ciudadanía, tensionar el actuar de las instituciones de seguridad y justicia, y replicar la fórmula de “Fuente Ovejuna” sólo que aquí un sector de “el pueblo” obedece las órdenes de un delincuente.

Sobre estos procesos en que la delincuencia distorsiona para sus fines el sentido de comunidad, organización social, y movilización social hay diferentes aproximaciones, sin embargo, no es un campo de estudio proclive a encuestas, cuestionarios o entrevistas, y menos aún para el trabajo directo en comunidad; lo que se sabe es por quienes deben vivir y transitar estas zonas donde el crimen permeó la vida colectiva, así como por periodistas que arriesgan todo para informar e interpretar estos hechos al servicio de la sociedad.

Lo que sabemos resulta desalentador al escuchar cómo reina la confusión, los dobles y triples discursos, la operación política de fachada para defender y esconder la delincuencia, el uso interesado de los medios de comunicación, la violencia extrema y el oportunismo político y mediático, todo  esto conduce a paradojas en que la delincuencia aparece como víctima, los verdugos como líderes comunitarios y sociales, las fuerzas de seguridad como violadores de derechos humanos, y los que defienden a la sociedad como víctimas del propio pueblo al que juraron defender.

En esos puntos las tácticas de la delincuencia organizada han resultado eficientes para generar incertidumbre, confusión, posiciones encontradas, y desalentar el trabajo de las fuerzas de seguridad así como de procuración de justicia. Alinentar el no saber ¿quién es quién?, es un trabajo que requiere dinero, operación en campo y uso de la violencia, pero también precisa incapacidades policiales para brindar seguridad, un marco jurídico atrasado, falta de recursos para profesionalizar las polícias, coptación de actores políticos, corrupción, y fractura de los valores que dan cohesión y armonía al tejido social como son la honestidad, el trabajo, el esfuerzo, y la dedicación. Requiere falta de definición nacional.

La delincuencia organizada ha sido eficaz al promover el enriquecimiento súbito, el uso criminal de la política, y las acciones delictivas como ruta de ascenso y reconocimiento social en especial entre los jóvenes.

Hace sólo unos días personal de la Secretaria de Marina Armada de México cerca de Ciudad Guzmán, en el estado de Jalisco, recibió agresiones por más de 100 personas que supuestamente realizaban una manifestación, los elementos avanzaban a bordo de vehículos oficiales, plenamente identificables  cuando recibieron agresiones del grupo que se manifestaba contra la presencia de elementos  de la Marina en la región. Ante esta situación, el personal naval -que es acusado un día sí y otro tambien de desaparecer personas-, actuó con disciplina y con base en el Manual del Uso de la Fuerza de Aplicación Común de las tres Fuerzas Armadas –en México no hay un manual de este tipo que rija a nivel nacional- para disminuir el nivel de la agresión y reducir el peligro de bajas de civiles y de su personal; efectuaron algunos disparos al aire para disuadir a este grupo al ver que su vida se encontraba en peligro, pero desaforundamente un elemento de la Marina Armada de México resultó herido,  sin embargo, las cosas pudieron terminar en otro escenario montado para donostar a las Fuerzas Armadas como ya ha ocurrido en otras ocasiones.

En los estados de Hidalgo y Puebla la delincuencia dedicada al robo de combustible tiene como ejes de su acción cotidiana que los pobladores estén armados, que arrojen bombas “molotov” contra el Ejército Mexicano y busquen generar enfrentamientos, porque saben que el Ejército actuará con base en los derechos humanos, que no responderá con las armas –de eso se aseguran al poner mujeres y niños por delante-, y porque en esta muestra de cobardía inaudita encubren sus actividades.

En estas abtidades llama la atención que personas reclutadas por la delincuencia asuman que robar combustible está bien porque el gobierno es corrupto; que si el petróleo es de todos entonces por qué no deberían tomar la gasolina; que  el pueblo tiene derecho a tomar el combustible porque pasa por su comunidad; y que sí los políticos roban cantidades millonarias por qué ellos no habrían de hacerlo cuando tienen necesidades. Incluso en algunos poblados es común ver las gasolinerías semivacías porque no pocas personas asumen que si la gasolina y el disel son caros es por culpa del gobierno, así que poco tiene de negativo comprarla a los que se la roban y con ello el ciclo se reproduce.

La delincuencia utiliza a la sociedad como escudo sin importarle en nada la integridad de las personas y sus familias, las Fuerzas Armadas se ven ante estas situaciones cada vez con mayor frecuencia, lo que muestra que el problema de la delincuencia tiene ahora una vertiente social en que será necesario invertir amplios esfuerzos públicos, sociales y privados,  se trata de crear una nueva generación de políticas públicas que habrían de iniciar por hacer las preguntas correctas por complejas y difíciles que sean. Pero nada de eso será posible sin definiciones nacionales.