“La prisa es mala consejera”, dice un refrán muy conocido. Dado el contexto que nos toca vivir estas semanas por la aprobación de la polémica Reforma Judicial, vale la pena como sociedad cuestionarnos si esta misma prisa que vive el poder legislativo le está beneficiando o perjudicando al país.
Parece haber sido hace más tiempo atrás, pero apenas la semana pasada se vivieron una serie de episodios lamentables, desde presiones a senadores para votar a favor de la reforma a cambio de impunidad, hasta la toma del senado de la República por opositores de la reforma para evitar que se votará en el recinto; digo lamentable esto último, porque es reflejo de la falta de discusión y escucha para una reforma de semejante calado y repercusiones para el país.
¿Por qué si el bloque oficialista contará con su mayoría en los congresos durante los próximos tres años, era tan importante que se aprobara esta reforma en los primeros 15 días de la nueva legislatura? ¿Por qué no se esperó el congreso a que entrara en funciones Claudia Sheinbaum para que propusiera la agenda legislativa de su sexenio? ¿Por qué la prisa?
Dentro de las próximas semanas vendrán otras reformas constitucionales, entre ellas la reforma a la Guardia Nacional para integrarla de lleno a la Sedena y concluir con la simulación del gobierno en construir una fuerza seguridad por la vía civil. También está en puerta la reforma para el cierre de diversos organismos autónomos, entre ellos la Cofece, el Coneval y la CRE; a juzgar por la experiencia reciente, estas reformas también se aprobarán con el uso de la aplanadora legislativa y la prisa misma.
El próximo gobierno federal tendrá una enorme tarea para corregir varias de estas reformas, vía en la implementación y la elaboración de leyes secundarias, si es que quiere evitar un franco deterioro de las condiciones económicas del país y poder atraer las inversiones extranjeras que se encuentran ávidas de invertir en un país tan geopolíticamente privilegiado, como es México, siempre y cuando exista la certeza de que sus inversiones tienen las garantías necesarias de todo sistema democrático moderno y de un sistema de justicia autónomo que funcione.
Por lo pronto, en lo que estos temas se van resolviendo y tomando forma, la ventana histórica de relocalización de las cadenas de suministro está encontrando mejores oportunidades en países como Vietnam, Colombia e India. Nuestro país, desafortunadamente, está desaprovechando esta oportunidad que difícilmente se le volverá a presentar. En los años venideros valdrá la pena preguntarnos si era más importante sacar reformas legislativas con ese impacto tan negativo en el último mes del presidente en funciones o si habría sido mejor tomarse el tiempo necesario para adecuar una reforma judicial que contemplara a todos los sectores y acerque al país a una mejor impartición de justicia. La prisa, sin duda alguna, es mala consejera.
Presidente de Coparmex Irapuato-Salamanca
valentin@coparmexirapuato.org.mx
“La prisa es mala consejera”, dice un refrán muy conocido. Dado el contexto que nos toca vivir estas semanas por la aprobación de la polémica Reforma Judicial, vale la pena como sociedad cuestionarnos si esta misma prisa que vive el poder legislativo le está beneficiando o perjudicando al país.
Parece haber sido hace más tiempo atrás, pero apenas la semana pasada se vivieron una serie de episodios lamentables, desde presiones a senadores para votar a favor de la reforma a cambio de impunidad, hasta la toma del senado de la República por opositores de la reforma para evitar que se votará en el recinto; digo lamentable esto último, porque es reflejo de la falta de discusión y escucha para una reforma de semejante calado y repercusiones para el país.
¿Por qué si el bloque oficialista contará con su mayoría en los congresos durante los próximos tres años, era tan importante que se aprobara esta reforma en los primeros 15 días de la nueva legislatura? ¿Por qué no se esperó el congreso a que entrara en funciones Claudia Sheinbaum para que propusiera la agenda legislativa de su sexenio? ¿Por qué la prisa?
Dentro de las próximas semanas vendrán otras reformas constitucionales, entre ellas la reforma a la Guardia Nacional para integrarla de lleno a la Sedena y concluir con la simulación del gobierno en construir una fuerza seguridad por la vía civil. También está en puerta la reforma para el cierre de diversos organismos autónomos, entre ellos la Cofece, el Coneval y la CRE; a juzgar por la experiencia reciente, estas reformas también se aprobarán con el uso de la aplanadora legislativa y la prisa misma.
El próximo gobierno federal tendrá una enorme tarea para corregir varias de estas reformas, vía en la implementación y la elaboración de leyes secundarias, si es que quiere evitar un franco deterioro de las condiciones económicas del país y poder atraer las inversiones extranjeras que se encuentran ávidas de invertir en un país tan geopolíticamente privilegiado, como es México, siempre y cuando exista la certeza de que sus inversiones tienen las garantías necesarias de todo sistema democrático moderno y de un sistema de justicia autónomo que funcione.
Por lo pronto, en lo que estos temas se van resolviendo y tomando forma, la ventana histórica de relocalización de las cadenas de suministro está encontrando mejores oportunidades en países como Vietnam, Colombia e India. Nuestro país, desafortunadamente, está desaprovechando esta oportunidad que difícilmente se le volverá a presentar. En los años venideros valdrá la pena preguntarnos si era más importante sacar reformas legislativas con ese impacto tan negativo en el último mes del presidente en funciones o si habría sido mejor tomarse el tiempo necesario para adecuar una reforma judicial que contemplara a todos los sectores y acerque al país a una mejor impartición de justicia. La prisa, sin duda alguna, es mala consejera.
Presidente de Coparmex Irapuato-Salamanca
valentin@coparmexirapuato.org.mx