/ lunes 13 de septiembre de 2021

¿La escuela, ha cambiado?

La crisis de salud que vivimos, ha modificado nuestra Convivencia Humana en todos los ámbitos, incluyendo la del proceso educativo en todos sus niveles y modalidades. En él devenir de nuestra civilización, el hombre se ha enfrentado a escenarios complejos que han exigido incorporar conductas adaptativas para poder sobrevivir. Paralelo a los procesos adaptativos, como lo planteaba Darwin, el intelecto humano ha desarrollado hallazgos científicos y tecnológicos, indispensables para el progreso y sobrevivencia del hombre en la tierra.

Desgracia humana, cuando los avances científicos y tecnológicos no están acompañados de amor fraterno, como sabiamente lo argumentaba B. Russel: El amor sin la ciencia es impotente, así como la ciencia sin amor también lo es.

En la inmediatez de nuestro entorno, surge la necesidad de repensar la educación, sus fines, sus actores, sus espacios formativos, sus métodos y estrategias, así como sus procesos de evaluacion/acreditación. Reproducir el fenómeno educativo en condiciones previas a la emergencia sanitaria, resulta estéril e impertinente.

¿Quién es el sujeto de la Educación? ¿Dónde educar? ¿Qué metodología desarrollar? Éstas cuestiones surgen en el ámbito del sector educativo y en el ámbito de la investigación de las ciencias sociales.

No tengo duda en plantear, la urgente necesidad en reconceptualizar la denominación de escuela. Hoy la escuela no puede ser el edificio o inmueble destinado a la educación presencial como seguramente fue concebido. Planteo en cambio que la escuela es todo el espacio social incluyendo el espacio familiar. Es decir, como miembros de una sociedad todos somos Educadores, nadie educa a nadie, el hombre se educa en comunión, tesis sostenida por P. Freire. Si nos asumimos como Educadores, sin importar nuestra clase social, oficio o profesión, se potencian las posibilidades de un cambio y transformación social. La escuela, no son las aulas, es nuestro entorno amplio, global. Los Educadores, necesitamos de una sociedad colaborativa en el proceso formativo de nuestra Niñez y Juventud. Fracturar los espacios de formación, ha de quedar en la historia que cumplió un ciclo y que hoy la crisis de salud, nos incentiva a crear nuevas realidades.

Titular de la Oficina de Enlace de la Secretaría de Educación Pública en el Estado de Gto.

fcozavalaramirez@gmail.com

La crisis de salud que vivimos, ha modificado nuestra Convivencia Humana en todos los ámbitos, incluyendo la del proceso educativo en todos sus niveles y modalidades. En él devenir de nuestra civilización, el hombre se ha enfrentado a escenarios complejos que han exigido incorporar conductas adaptativas para poder sobrevivir. Paralelo a los procesos adaptativos, como lo planteaba Darwin, el intelecto humano ha desarrollado hallazgos científicos y tecnológicos, indispensables para el progreso y sobrevivencia del hombre en la tierra.

Desgracia humana, cuando los avances científicos y tecnológicos no están acompañados de amor fraterno, como sabiamente lo argumentaba B. Russel: El amor sin la ciencia es impotente, así como la ciencia sin amor también lo es.

En la inmediatez de nuestro entorno, surge la necesidad de repensar la educación, sus fines, sus actores, sus espacios formativos, sus métodos y estrategias, así como sus procesos de evaluacion/acreditación. Reproducir el fenómeno educativo en condiciones previas a la emergencia sanitaria, resulta estéril e impertinente.

¿Quién es el sujeto de la Educación? ¿Dónde educar? ¿Qué metodología desarrollar? Éstas cuestiones surgen en el ámbito del sector educativo y en el ámbito de la investigación de las ciencias sociales.

No tengo duda en plantear, la urgente necesidad en reconceptualizar la denominación de escuela. Hoy la escuela no puede ser el edificio o inmueble destinado a la educación presencial como seguramente fue concebido. Planteo en cambio que la escuela es todo el espacio social incluyendo el espacio familiar. Es decir, como miembros de una sociedad todos somos Educadores, nadie educa a nadie, el hombre se educa en comunión, tesis sostenida por P. Freire. Si nos asumimos como Educadores, sin importar nuestra clase social, oficio o profesión, se potencian las posibilidades de un cambio y transformación social. La escuela, no son las aulas, es nuestro entorno amplio, global. Los Educadores, necesitamos de una sociedad colaborativa en el proceso formativo de nuestra Niñez y Juventud. Fracturar los espacios de formación, ha de quedar en la historia que cumplió un ciclo y que hoy la crisis de salud, nos incentiva a crear nuevas realidades.

Titular de la Oficina de Enlace de la Secretaría de Educación Pública en el Estado de Gto.

fcozavalaramirez@gmail.com