/ viernes 4 de enero de 2019

Guardia Nacional: institución permanente del Estado mexicano

En diversos ámbitos de decisión de México y del mundo se han estudiado las instituciones, básicamente hoy sabemos que el grado de desarrollo de un país está vinculado o incluso tiene su explicación en el desarrollo de sus instituciones sean públicas, privadas o sociales; el grado de institucionalidad de un país implica establecer límites y a la vez reducir costos. (North, D.) Lo anterior viene al caso porque al observar la seguridad pública en México con sus diferentes agendas de problemas que se expresan en la violencia, el alto índice de delitos y la impunidad es posible aseverar que si bien existen causas sociales y económicas que explican en parte esa situación de emergencia, también es cierto, por citar el caso de las corporaciones policiales, que muestran un bajo nivel de desarrollo institucional.


Este bajo nivel de desarrollo institucional de las policías se aprecia en que no existe un modelo policial único aplicable en México, en que las 32 policías estatales son diferentes, y que las 950 policías municipales existentes o que realmente pueden ser llamadas policías también son distintas. Son diferentes en adiestramiento y formación policial, en salarios y prestaciones sociales y económicas, en comunicaciones y transportación, incluso en equipo táctico.


En México no existe un sistema de seguridad pública porque la ley que se creó para formarlo carece de una visión de sistemas, es decir, se confundieron las responsabilidades, federales, estatales y municipales con la propia creación y operación de un sistema con sus características básicas. De ese modo, hay policías que no ganan más de 3 mil pesos al mes, con equipamiento deficiente, sin seguros de vida y hasta sin seguridad social. Por lo anterior, es necesario ir al fondo del problema, y aquí empieza la problemática mayor porque en México la política ha impuesto altos costos de transacción al desarrollo de la institución policial.


A la gente la roban, secuestran, y asesinan todos los días, mientras que una diversidad de actores apuesta a seguir haciendo lo mismo esperando resultados diferentes o bien generado respuestas que sólo podrían funcionar en 20 o 30 años cuando la inseguridad reina en el presente. En ese marco la creación de la Guardia Nacional es una respuesta racional y estratégica a los desafíos de seguridad pública que se enfrentan en regiones, estados y municipios de nuestro país, sin embargo, la sola mención de su creación motivó críticas de toda clase, unas fundadas, la mayoría no.


La iniciativa original que presentó el Grupo Parlamentario de MORENA en el Senado de la República ha estado sujeta a diversas presiones, por ello, es importante señalar que los representantes de los diversos institutos políticos deben asumir una visión responsable, a largo plazo y de Estado ante su creación. La Guardia Nacional debe ser una institución permanente del Estado mexicano, no coyuntural o temporal, de otro modo, su propio desarrollo institucional nacería en medio de la precariedad. Se ha propuesto también que el Senado pueda disolver la Guardia nacional como un contrapeso. Una institución no puede surgir bajo amenaza de desaparecer, ni a partir de la infalibilidad.


Una prospectiva mínima mostraría que es públicamente inviable desaparecer la Guardia Nacional una vez creada. ¿Cómo se daría seguimiento a 50 mil elementos capacitados, adiestrados y con conocimiento de campo de la seguridad pública?; ¿Cómo ponderar el riesgo de enviar al desempleo a decenas de miles de hombres y mujeres que cumplieron con su deber, pero un día alguien decidió que ya no se les necesita?; ¿Cómo construir una institución con espíritu de cuerpo, sólida y eje de la seguridad pública nacional bajo la premisa de trabajo temporal?; ¿Cómo tener como proyecto de vida pertenecer a una institución que puede desaparecer?


Ya hemos tenido en México la experiencia de crear y desaparecer grupos de elite con consecuencias de envergadura. No podemos partir de crear instituciones para salir del paso, eso rompe la continuidad, las expectativas y hasta la disposición de pertenecer a instancias que de principio suponen un alto riesgo personal. Bastante se tiene con que la delincuencia organizada trate de cooptar y reclutar elementos en activo de las policías y de las Fuerzas Armadas como para de un día a otro exponer una fuerza formada y con capacidad para el manejo de las armas a la influencia y reclutamiento de la delincuencia.


En diversos ámbitos de decisión de México y del mundo se han estudiado las instituciones, básicamente hoy sabemos que el grado de desarrollo de un país está vinculado o incluso tiene su explicación en el desarrollo de sus instituciones sean públicas, privadas o sociales; el grado de institucionalidad de un país implica establecer límites y a la vez reducir costos. (North, D.) Lo anterior viene al caso porque al observar la seguridad pública en México con sus diferentes agendas de problemas que se expresan en la violencia, el alto índice de delitos y la impunidad es posible aseverar que si bien existen causas sociales y económicas que explican en parte esa situación de emergencia, también es cierto, por citar el caso de las corporaciones policiales, que muestran un bajo nivel de desarrollo institucional.


Este bajo nivel de desarrollo institucional de las policías se aprecia en que no existe un modelo policial único aplicable en México, en que las 32 policías estatales son diferentes, y que las 950 policías municipales existentes o que realmente pueden ser llamadas policías también son distintas. Son diferentes en adiestramiento y formación policial, en salarios y prestaciones sociales y económicas, en comunicaciones y transportación, incluso en equipo táctico.


En México no existe un sistema de seguridad pública porque la ley que se creó para formarlo carece de una visión de sistemas, es decir, se confundieron las responsabilidades, federales, estatales y municipales con la propia creación y operación de un sistema con sus características básicas. De ese modo, hay policías que no ganan más de 3 mil pesos al mes, con equipamiento deficiente, sin seguros de vida y hasta sin seguridad social. Por lo anterior, es necesario ir al fondo del problema, y aquí empieza la problemática mayor porque en México la política ha impuesto altos costos de transacción al desarrollo de la institución policial.


A la gente la roban, secuestran, y asesinan todos los días, mientras que una diversidad de actores apuesta a seguir haciendo lo mismo esperando resultados diferentes o bien generado respuestas que sólo podrían funcionar en 20 o 30 años cuando la inseguridad reina en el presente. En ese marco la creación de la Guardia Nacional es una respuesta racional y estratégica a los desafíos de seguridad pública que se enfrentan en regiones, estados y municipios de nuestro país, sin embargo, la sola mención de su creación motivó críticas de toda clase, unas fundadas, la mayoría no.


La iniciativa original que presentó el Grupo Parlamentario de MORENA en el Senado de la República ha estado sujeta a diversas presiones, por ello, es importante señalar que los representantes de los diversos institutos políticos deben asumir una visión responsable, a largo plazo y de Estado ante su creación. La Guardia Nacional debe ser una institución permanente del Estado mexicano, no coyuntural o temporal, de otro modo, su propio desarrollo institucional nacería en medio de la precariedad. Se ha propuesto también que el Senado pueda disolver la Guardia nacional como un contrapeso. Una institución no puede surgir bajo amenaza de desaparecer, ni a partir de la infalibilidad.


Una prospectiva mínima mostraría que es públicamente inviable desaparecer la Guardia Nacional una vez creada. ¿Cómo se daría seguimiento a 50 mil elementos capacitados, adiestrados y con conocimiento de campo de la seguridad pública?; ¿Cómo ponderar el riesgo de enviar al desempleo a decenas de miles de hombres y mujeres que cumplieron con su deber, pero un día alguien decidió que ya no se les necesita?; ¿Cómo construir una institución con espíritu de cuerpo, sólida y eje de la seguridad pública nacional bajo la premisa de trabajo temporal?; ¿Cómo tener como proyecto de vida pertenecer a una institución que puede desaparecer?


Ya hemos tenido en México la experiencia de crear y desaparecer grupos de elite con consecuencias de envergadura. No podemos partir de crear instituciones para salir del paso, eso rompe la continuidad, las expectativas y hasta la disposición de pertenecer a instancias que de principio suponen un alto riesgo personal. Bastante se tiene con que la delincuencia organizada trate de cooptar y reclutar elementos en activo de las policías y de las Fuerzas Armadas como para de un día a otro exponer una fuerza formada y con capacidad para el manejo de las armas a la influencia y reclutamiento de la delincuencia.