/ domingo 17 de junio de 2018

El desencanto de las campañas electorales

Estamos al borde de la depresión económica, habida cuenta que  de una forma paulatina y desgarradora, nuestro peso sigue en caída libre  respecto a la paridad con el dólar y el fin de semana a la venta estuvo en $21.07 y  ya no hablamos en cuanto al euro. Por lo que lo relacionado con la salud, la educación y el transporte se presentan inciertos, el crecimiento simulado al cual nos han imbuido, genera desestabilidad más que estabilidad, sin duda alguna tenemos como reto principal, aquí y ahora, parar la ola de sangre y violencia, pacificando al país para dar tranquilidad pública, cosa que a este gobierno se le fue de las manos y fue fallido  porque los índices de criminalidad, en lugar de detenerse se incentivaron. Urge un programa de inteligencia que a partir del próximo gobierno deberá de inaugurar e instaurar para consolidar un México que perdió el rumbo.

En este orden de ideas, continuamos la línea editorial política que tomé como responsabilidad, en esta su columna. Decíamos ayer, el desencanto de una campaña electoral para la Presidencia de la República de la que se afirmaba por aquellos que vaticinaban los intelectuales de la pluma que iban a ser las más disputadas de la historia no  terminó así y mucho tuvo que ver el desempeño de Enrique Peña Nieto y su gobierno, plagado de tanta torpeza y desacierto o quizás, el desgaste político de un partido con 70 años a cuestas, o peor aún, el relegar a los millones de mexicanos a la ignominia que son de memoria corta y aguantan todo, o todos los factores juntos, y se les podrían sumar más como el gran cúmulo de promesas rotas e incumplidas para  los herederos de la Revolución y que finalmente fueron olvidados. Lo cierto es que, golpe tras golpe en el bolsillo de los trabajadores que hace 6 años albergaron la esperanza de mejoras en su vida y fueron engañados, fue un factor de peso que contribuyó a que tomaran su decisión con antelación y lo estamos percibiendo y sintiendo, y ahora el México, en el que no pasa nada, lo dejarán atrás y se vislumbra un cambio con nuevos horizontes y perspectivas que lo veremos reflejado este próximo 1 de julio cuando los mexicanos salgan a votar.

En esta semana fue el último debate del que fuimos testigos los mexicanos  y en mi opinión muy personal, me quedé esperando un debate de altura, comprometido, serio, sin falsos triunfalismos y enconos, pero creo que tendremos que quedarnos sentados frente a nuestro aparato porque lo único que quedó claro es que, con el desempeño de los conductores llenos y regodeados de protagonismo y soberbia intelectual, vimos a tres personajes en este último, tratando de terminar una exposición la cual en su mayoría se quedaba trunca, reduciéndose todo esto a pequeños esbozos o balbuceos, restándole con mucho la solemnidad del momento y la confrontación de ideas, programas y proyectos. Y ahora, nos dicen que ya estamos bien informados para tomar una decisión razonada, desdeñando a la historia, pues pareciera que se busca al esclavo sin pensamiento, que en el imaginario colectivo todos se sueñan despiertos, cuando en realidad aún siguen dormidos, por eso sin menoscabo de sus capacidades, López Obrador consideró que va a ganar la Presidencia de la República, sencillamente y llanamente porque no tuvo contendientes, igual y lo enfrentan otros con capacidad sobrada para hacer una campaña, y también les gana. El llamado es claro, que a los políticos nunca se les olvide la gran premisa, el pueblo pone y el pueblo quita, y aquí me mueve a una profunda reflexión, el estado de Guanajuato, nuestro querido estado, así como Nuevo León y otros, no entran en esta desesperanza porque ha habido desarrollo y crecimiento porque los electores saben reconocer quiénes trabajan y quiénes no, el pueblo sabe de recompensas cuando las cosas se hacen bien.

Los mexicanos queremos que la política se aparte  de la política como una simple compra-venta de votos, al pueblo se le dice lo que quiere escuchar,  ya es tiempo y lo va a seguir siendo dentro de 6 años, que se nos hable de los problemas nacionales con la crudeza, pero no con la rudeza y la óptica de gran calado con la que se habrán de atacar porque nuestro pueblo es de suyo la nobleza, pero también la exigencia de que no se puede postergar por más tiempo el desarrollo y crecimiento económico, que no se diga lo que no se cree, sin embargo se sigue repitiendo, llegando a degradar al enemigo. Urge que recuperemos la cohesión social después de las elecciones porque con ello estaremos en los umbrales de encarar un proceso de múltiples transformaciones políticas, culturales y económicas. Estas serán las elecciones de la cruzada del pueblo que otorgará su esperanza de ver a un México distinto en el futuro. Tengo la visión de que la democracia cambiará el rumbo de la historia y debemos aprender a coexistir con los pesos y contrapesos que México tiene, por último no debemos olvidar que México es grande y poderoso cuando éste se decide a no vivir de rodillas, aceptando muros que nos dividan a los mexicanos.

galvantorres@hotmail.com

Estamos al borde de la depresión económica, habida cuenta que  de una forma paulatina y desgarradora, nuestro peso sigue en caída libre  respecto a la paridad con el dólar y el fin de semana a la venta estuvo en $21.07 y  ya no hablamos en cuanto al euro. Por lo que lo relacionado con la salud, la educación y el transporte se presentan inciertos, el crecimiento simulado al cual nos han imbuido, genera desestabilidad más que estabilidad, sin duda alguna tenemos como reto principal, aquí y ahora, parar la ola de sangre y violencia, pacificando al país para dar tranquilidad pública, cosa que a este gobierno se le fue de las manos y fue fallido  porque los índices de criminalidad, en lugar de detenerse se incentivaron. Urge un programa de inteligencia que a partir del próximo gobierno deberá de inaugurar e instaurar para consolidar un México que perdió el rumbo.

En este orden de ideas, continuamos la línea editorial política que tomé como responsabilidad, en esta su columna. Decíamos ayer, el desencanto de una campaña electoral para la Presidencia de la República de la que se afirmaba por aquellos que vaticinaban los intelectuales de la pluma que iban a ser las más disputadas de la historia no  terminó así y mucho tuvo que ver el desempeño de Enrique Peña Nieto y su gobierno, plagado de tanta torpeza y desacierto o quizás, el desgaste político de un partido con 70 años a cuestas, o peor aún, el relegar a los millones de mexicanos a la ignominia que son de memoria corta y aguantan todo, o todos los factores juntos, y se les podrían sumar más como el gran cúmulo de promesas rotas e incumplidas para  los herederos de la Revolución y que finalmente fueron olvidados. Lo cierto es que, golpe tras golpe en el bolsillo de los trabajadores que hace 6 años albergaron la esperanza de mejoras en su vida y fueron engañados, fue un factor de peso que contribuyó a que tomaran su decisión con antelación y lo estamos percibiendo y sintiendo, y ahora el México, en el que no pasa nada, lo dejarán atrás y se vislumbra un cambio con nuevos horizontes y perspectivas que lo veremos reflejado este próximo 1 de julio cuando los mexicanos salgan a votar.

En esta semana fue el último debate del que fuimos testigos los mexicanos  y en mi opinión muy personal, me quedé esperando un debate de altura, comprometido, serio, sin falsos triunfalismos y enconos, pero creo que tendremos que quedarnos sentados frente a nuestro aparato porque lo único que quedó claro es que, con el desempeño de los conductores llenos y regodeados de protagonismo y soberbia intelectual, vimos a tres personajes en este último, tratando de terminar una exposición la cual en su mayoría se quedaba trunca, reduciéndose todo esto a pequeños esbozos o balbuceos, restándole con mucho la solemnidad del momento y la confrontación de ideas, programas y proyectos. Y ahora, nos dicen que ya estamos bien informados para tomar una decisión razonada, desdeñando a la historia, pues pareciera que se busca al esclavo sin pensamiento, que en el imaginario colectivo todos se sueñan despiertos, cuando en realidad aún siguen dormidos, por eso sin menoscabo de sus capacidades, López Obrador consideró que va a ganar la Presidencia de la República, sencillamente y llanamente porque no tuvo contendientes, igual y lo enfrentan otros con capacidad sobrada para hacer una campaña, y también les gana. El llamado es claro, que a los políticos nunca se les olvide la gran premisa, el pueblo pone y el pueblo quita, y aquí me mueve a una profunda reflexión, el estado de Guanajuato, nuestro querido estado, así como Nuevo León y otros, no entran en esta desesperanza porque ha habido desarrollo y crecimiento porque los electores saben reconocer quiénes trabajan y quiénes no, el pueblo sabe de recompensas cuando las cosas se hacen bien.

Los mexicanos queremos que la política se aparte  de la política como una simple compra-venta de votos, al pueblo se le dice lo que quiere escuchar,  ya es tiempo y lo va a seguir siendo dentro de 6 años, que se nos hable de los problemas nacionales con la crudeza, pero no con la rudeza y la óptica de gran calado con la que se habrán de atacar porque nuestro pueblo es de suyo la nobleza, pero también la exigencia de que no se puede postergar por más tiempo el desarrollo y crecimiento económico, que no se diga lo que no se cree, sin embargo se sigue repitiendo, llegando a degradar al enemigo. Urge que recuperemos la cohesión social después de las elecciones porque con ello estaremos en los umbrales de encarar un proceso de múltiples transformaciones políticas, culturales y económicas. Estas serán las elecciones de la cruzada del pueblo que otorgará su esperanza de ver a un México distinto en el futuro. Tengo la visión de que la democracia cambiará el rumbo de la historia y debemos aprender a coexistir con los pesos y contrapesos que México tiene, por último no debemos olvidar que México es grande y poderoso cuando éste se decide a no vivir de rodillas, aceptando muros que nos dividan a los mexicanos.

galvantorres@hotmail.com