/ lunes 14 de junio de 2021

Economía 4.0 | Reactivación industrial: la tregua

México debe aprovechar el proceso de recuperación económica iniciado en marzo para implementar una estrategia de Política Industrial que le permita alinearse rápidamente a lo que aplican las naciones líderes y evitar con ello las consecuencias del Nuevo Orden de la Industria Global que se está configurando.

Sin lugar a duda que se debe valorar positivamente el aumento de 35.7% de la actividad industrial alcanzada en abril pasado.

La reactivación de casi todos los componentes de la industria nacional, salvo los vinculados con el sector energético e inversión pública en infraestructura, permitió acumular un segundo mes de variación positiva, algo atribuible a la recuperación de Estados Unidos pero que será temporal y cuyo efecto se diluirá en 2022 si no se aplica un plan de reactivación de la inversión y una estrategia de impulso a nuevos diferenciales productivos.

Si México desea alcanzar una recuperación vigorosa y perdurable deberá tomar medidas tanto de corto plazo como de mediana y larga duración para lograr que la reactivación del ciclo industrial se transforme en una nueva etapa de desarrollo económico y no sea solamente el efecto de un “rebote” atribuible a la reapertura de los sectores productivos.

Debe considerarse que la recuperación industrial global tiene un nuevo destino, no es un camino que conduzca a la situación de producción, logística, inversión, empleo y comercio prevalecientes hasta antes del COVID-19.

El proceso de recuperación industrial tiene cuatro aspectos de transición que la llevarán a una nueva realidad.

Primero: la recuperación industrial no es inercial, tiene un componente de cambio estratégico que favorecerá a las naciones y empresas que están implementando una Nueva Generación de Política Industrial.

Sólo como referencia: Estados Unidos envió un mensaje claro al aprobar un paquete económico de 250 mil millones de dólares para fortalecer su sector industrial y con ello enfrentar la competencia de China, esencialmente en la industria de alta tecnología. Algo similar a lo que se opera en Europa, China, Corea del Sur, Japón, La India y Rusia, por ejemplo.

En resumen: la recuperación de la industria se dará al mismo tiempo que se construye su nuevo tejido, uno orientado por la Industria 4.0, la tecnología 5G y las tecnologías asociadas a la industria y Revolución Digital.

Segundo: el reordenamiento de las Cadenas Globales de Valor es valorado como un tema de seguridad nacional y no solamente como una necesidad productiva para evitar la falta de abastecimiento que el cierre de Wuhan provocó en 2020.

Estados Unidos y Europa buscan disminuir la dependencia que tienen respecto a China e instrumentan estrategias para atraer inversiones a su territorio aprovechando las ventajas que la Revolución Digital genera. Es el adiós de la economía tradicional.

Tercero: la implementación del T-MEC tiene una lógica de contenido regional que en la práctica se traduce en la necesidad de fabricar insumos y productos finales en América del Norte.

Por ello algunos países asiáticos tienen la urgencia de firmar acuerdos comerciales con México. Se debe actuar con estrategia para garantizar el fortalecimiento de la industria nacional antes que convertirse en punto de triangulación comercial, es decir, en perpetuar el estado maquilador creado en los últimos 40 años.

Cuarto: las condiciones creadas por el COVID-19 modificaron las condiciones de trabajo y el uso de las nuevas tecnologías intensificó el trabajo a distancia.

En este sentido México enfrentará, en desventaja, una nueva lógica de competencia global en materia de servicios que se ofrecerán vía remota.

Las restricciones estructurales no resueltas asociadas con la debilidad en su infraestructura digital, la economía informal, la desarticulación de las cadenas productivas y los bajos estándares del sistema educativo serán un desafío por superar.

Para hacerlo México debe aplicar una Nueva Política Industrial, de otra forma solo recibirá los efectos marginales del Nuevo Orden de la Industria Global.

México debe aprovechar el proceso de recuperación económica iniciado en marzo para implementar una estrategia de Política Industrial que le permita alinearse rápidamente a lo que aplican las naciones líderes y evitar con ello las consecuencias del Nuevo Orden de la Industria Global que se está configurando.

Sin lugar a duda que se debe valorar positivamente el aumento de 35.7% de la actividad industrial alcanzada en abril pasado.

La reactivación de casi todos los componentes de la industria nacional, salvo los vinculados con el sector energético e inversión pública en infraestructura, permitió acumular un segundo mes de variación positiva, algo atribuible a la recuperación de Estados Unidos pero que será temporal y cuyo efecto se diluirá en 2022 si no se aplica un plan de reactivación de la inversión y una estrategia de impulso a nuevos diferenciales productivos.

Si México desea alcanzar una recuperación vigorosa y perdurable deberá tomar medidas tanto de corto plazo como de mediana y larga duración para lograr que la reactivación del ciclo industrial se transforme en una nueva etapa de desarrollo económico y no sea solamente el efecto de un “rebote” atribuible a la reapertura de los sectores productivos.

Debe considerarse que la recuperación industrial global tiene un nuevo destino, no es un camino que conduzca a la situación de producción, logística, inversión, empleo y comercio prevalecientes hasta antes del COVID-19.

El proceso de recuperación industrial tiene cuatro aspectos de transición que la llevarán a una nueva realidad.

Primero: la recuperación industrial no es inercial, tiene un componente de cambio estratégico que favorecerá a las naciones y empresas que están implementando una Nueva Generación de Política Industrial.

Sólo como referencia: Estados Unidos envió un mensaje claro al aprobar un paquete económico de 250 mil millones de dólares para fortalecer su sector industrial y con ello enfrentar la competencia de China, esencialmente en la industria de alta tecnología. Algo similar a lo que se opera en Europa, China, Corea del Sur, Japón, La India y Rusia, por ejemplo.

En resumen: la recuperación de la industria se dará al mismo tiempo que se construye su nuevo tejido, uno orientado por la Industria 4.0, la tecnología 5G y las tecnologías asociadas a la industria y Revolución Digital.

Segundo: el reordenamiento de las Cadenas Globales de Valor es valorado como un tema de seguridad nacional y no solamente como una necesidad productiva para evitar la falta de abastecimiento que el cierre de Wuhan provocó en 2020.

Estados Unidos y Europa buscan disminuir la dependencia que tienen respecto a China e instrumentan estrategias para atraer inversiones a su territorio aprovechando las ventajas que la Revolución Digital genera. Es el adiós de la economía tradicional.

Tercero: la implementación del T-MEC tiene una lógica de contenido regional que en la práctica se traduce en la necesidad de fabricar insumos y productos finales en América del Norte.

Por ello algunos países asiáticos tienen la urgencia de firmar acuerdos comerciales con México. Se debe actuar con estrategia para garantizar el fortalecimiento de la industria nacional antes que convertirse en punto de triangulación comercial, es decir, en perpetuar el estado maquilador creado en los últimos 40 años.

Cuarto: las condiciones creadas por el COVID-19 modificaron las condiciones de trabajo y el uso de las nuevas tecnologías intensificó el trabajo a distancia.

En este sentido México enfrentará, en desventaja, una nueva lógica de competencia global en materia de servicios que se ofrecerán vía remota.

Las restricciones estructurales no resueltas asociadas con la debilidad en su infraestructura digital, la economía informal, la desarticulación de las cadenas productivas y los bajos estándares del sistema educativo serán un desafío por superar.

Para hacerlo México debe aplicar una Nueva Política Industrial, de otra forma solo recibirá los efectos marginales del Nuevo Orden de la Industria Global.