/ lunes 2 de mayo de 2022

Economía 4.0 | Debilidad económica: las finanzas públicas lo saben

El INEGI ha confirmado la debilidad en que se encuentra la economía mexicana: durante el primer trimestre del año el PIB aumentó sólo 1.6%, a pesar de que su comparación fue una caída de (-) 3.8% durante mismo período del 2021.

Si bien el sector industrial contabilizó un mejor desempeño al aumentar 2.9%, en el sector servicios se observó la fragilidad asociada a la situación que se vive en el mercado interno.

La variación de 0.6% muestra que el mercado interno se recupera lentamente, un hecho asociado a la precarización estructural del mercado laboral, el incremento en la inflación y en las tasas de interés. De igual forma señala el cambio estructural negativo que se vive en algunos componentes del sector.

La menor inversión en la construcción de escuelas, oficinas, hospitales, centros comerciales, restaurantes, naves industriales, por ejemplo, y la contracción de los servicios profesionales no es compensada por el incremento en la actividad de las manufacturas y la inversión pública en algunos proyectos de infraestructura.

Una consecuencia de ello es la débil marcha del consumo privado, particularmente del que se realiza en bienes de origen nacional, algunos de los cuales han sido desplazados por importaciones.

La informalidad y la creación de empleo que pagan menos de 3 salarios mínimos inhibe el fortalecimiento del mercado interno y es una consecuencia de que el PIB mexicano sea inferior al existente antes de la pandemia.

El desafío para México no es coyuntural: de acuerdo con el FMI, la economía nacional seguirá perdiendo lugares a nivel internacional, al cerrar el 2023 se ubicará en el lugar 17 del mundo.

Muy lejos ha quedado el octavo lugar que el país alcanzó a nivel global durante los años 70´s del siglo pasado y la 10ª posición que tuvo a inicio de la siguiente década.

En 2023, naciones antes denostadas por la guerra y la pobreza, cómo Irán y Malasia, desplazarán a la segunda economía de América Latina.

¿Cuál es la razón? El bajo crecimiento inercial y el asociado al incremento en las tasas de interés que causará un freno adicional en la inversión productiva, el consumo, el empleo y crecimiento económico.

Lo último exacerbará la falta de sostenibilidad fiscal de las finanzas públicas, algo que ya es evidente en 2022 por la menor recaudación tributaria.

En el primer trimestre del 2022 la recaudación de IVA disminuyó (-) 9.3%: una factura de la informalidad y debilidad del mercado interno. Además, el control de precios aplicado a los combustibles implicó una merma del (-) 38.4% en la recaudación de impuestos especiales.

Dicha realidad convive con los compromisos financieros que las pérdidas registradas por CFE (100 mil millones de pesos en 2021) y la deuda de Pemex implican.

Si bien los ingresos extraordinarios de petróleo compensaron la menor recaudación tributaria no se les puede atribuir la solución a las limitantes que enfrentan las finanzas públicas.

Las últimas 3 décadas del Siglo XX mostraron el inconveniente de depender de ingresos volátiles (petróleo) en momentos de bajo crecimiento económico y cuando el alza en las tasas de interés implicará una mayor presión en el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (13.1 billones de pesos).

El desequilibrio tendría que solventarse con mayor crecimiento económico y formalización de la economía. De otra forma se tendrán que realizar ajustes al presupuesto público.

En los últimos 40 años el modelo mexicano falló en las asignaturas de crecimiento y formalización: todo quedó en manos de una política fiscal restrictiva y de austeridad selectiva, una estrategia que condujo a un callejón sin salida del que México debe salir si realmente desea crear un Estado de Bienestar.

El INEGI ha confirmado la debilidad en que se encuentra la economía mexicana: durante el primer trimestre del año el PIB aumentó sólo 1.6%, a pesar de que su comparación fue una caída de (-) 3.8% durante mismo período del 2021.

Si bien el sector industrial contabilizó un mejor desempeño al aumentar 2.9%, en el sector servicios se observó la fragilidad asociada a la situación que se vive en el mercado interno.

La variación de 0.6% muestra que el mercado interno se recupera lentamente, un hecho asociado a la precarización estructural del mercado laboral, el incremento en la inflación y en las tasas de interés. De igual forma señala el cambio estructural negativo que se vive en algunos componentes del sector.

La menor inversión en la construcción de escuelas, oficinas, hospitales, centros comerciales, restaurantes, naves industriales, por ejemplo, y la contracción de los servicios profesionales no es compensada por el incremento en la actividad de las manufacturas y la inversión pública en algunos proyectos de infraestructura.

Una consecuencia de ello es la débil marcha del consumo privado, particularmente del que se realiza en bienes de origen nacional, algunos de los cuales han sido desplazados por importaciones.

La informalidad y la creación de empleo que pagan menos de 3 salarios mínimos inhibe el fortalecimiento del mercado interno y es una consecuencia de que el PIB mexicano sea inferior al existente antes de la pandemia.

El desafío para México no es coyuntural: de acuerdo con el FMI, la economía nacional seguirá perdiendo lugares a nivel internacional, al cerrar el 2023 se ubicará en el lugar 17 del mundo.

Muy lejos ha quedado el octavo lugar que el país alcanzó a nivel global durante los años 70´s del siglo pasado y la 10ª posición que tuvo a inicio de la siguiente década.

En 2023, naciones antes denostadas por la guerra y la pobreza, cómo Irán y Malasia, desplazarán a la segunda economía de América Latina.

¿Cuál es la razón? El bajo crecimiento inercial y el asociado al incremento en las tasas de interés que causará un freno adicional en la inversión productiva, el consumo, el empleo y crecimiento económico.

Lo último exacerbará la falta de sostenibilidad fiscal de las finanzas públicas, algo que ya es evidente en 2022 por la menor recaudación tributaria.

En el primer trimestre del 2022 la recaudación de IVA disminuyó (-) 9.3%: una factura de la informalidad y debilidad del mercado interno. Además, el control de precios aplicado a los combustibles implicó una merma del (-) 38.4% en la recaudación de impuestos especiales.

Dicha realidad convive con los compromisos financieros que las pérdidas registradas por CFE (100 mil millones de pesos en 2021) y la deuda de Pemex implican.

Si bien los ingresos extraordinarios de petróleo compensaron la menor recaudación tributaria no se les puede atribuir la solución a las limitantes que enfrentan las finanzas públicas.

Las últimas 3 décadas del Siglo XX mostraron el inconveniente de depender de ingresos volátiles (petróleo) en momentos de bajo crecimiento económico y cuando el alza en las tasas de interés implicará una mayor presión en el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (13.1 billones de pesos).

El desequilibrio tendría que solventarse con mayor crecimiento económico y formalización de la economía. De otra forma se tendrán que realizar ajustes al presupuesto público.

En los últimos 40 años el modelo mexicano falló en las asignaturas de crecimiento y formalización: todo quedó en manos de una política fiscal restrictiva y de austeridad selectiva, una estrategia que condujo a un callejón sin salida del que México debe salir si realmente desea crear un Estado de Bienestar.