/ viernes 3 de junio de 2022

Cumbre de las Américas, ¿una frontera más para los migrantes?

“El futuro de Norteamérica iniciará cuando dejemos de pensar que nuestros vecinos más cercanos son extranjeros”, Ronald Reagan.

La Novena Cumbre de las Américas se llevará a cabo del 6 al 10 de junio en Los Ángeles, California, y el entorno que envuelve a este importante encuentro luce incierto. Estados Unidos será el país sede y, en automático, la adrenalina política ha encendido los ánimos de los analistas que siguen preguntándose: ¿qué mandatarios aún no le confirman a Joe Biden su asistencia? Algunos dirán que la agenda es lo más importante y no las ausencias, sin embargo, como se dice en la política: el mensajero es el mensaje y la falta de algunos mandatarios podría debilitar la reunión. Ahora bien, ¿qué temas se abordarán? Los tópicos a debatir serán la democracia, desarrollo económico y seguridad, aunque personas cercanas a la Casa Blanca prevén que la migración será el asunto central y, sabedores del panorama antiinmigrante que heredó Donald Trump, las discusiones podrían subir de tono.

Al ver el debate sobre la posibles ausencias de algunos mandatarios a la cumbre, recordé el libro La idea de América del Norte: una visión de un futuro como continente del Dr. Robert Pastor, colaborador del entonces presidente de Estados Unidos Jimmy Carter y quien tuvo reuniones con George W. Bush y Vicente Fox sobre el sueño de una Comunidad de Norteamérica. “Las grandes diferencias entre las naciones generan la idea de que debemos protegernos de los demás. Esto explica por qué muchos países americanos se han pasado más de 150 años construyendo barreras”, relata Pastor en su obra. El antecedente que plantea el autor enmarca la resistencia que persiste en nuestro continente a la hora de analizar y definir estrategias que rompan las barreras de las que habla Pastor. Desafortunadamente, y como lo llegué a comentar con el Dr. Robert Pastor en mi época de académico, la visión de una América en la que la migración sea por el talento de los migrantes y no por escapar de crudas realidades se ve todavía lejana.

Apenas la semana pasada, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) informó que ya son más de 100 millones de personas “expulsadas” de sus hogares en todo el mundo. En este contexto, vemos que las fronteras territoriales se han extendido hasta convertirse en muros de impotencia de algunas naciones que no han logrado afrontar de manera efectiva a la migración. En los noticieros vemos que la expulsión masiva es motivada por violencia, desastres naturales, crisis de estado, desaceleración económica, guerras y toda una poética de infortunios que obligan a estas personas a dejar sus países de origen.

En este sentido, la Cumbre de las Américas debe ser una suma de voluntades que se traduzca en políticas regionales de impacto inmediato. Mi reconocido Tonatiuh Guillén López, catedrático de la UNAM, escribió en un artículo la semana pasada que esta reunión “es una oportunidad para concretar nuevas formas de comprender y actuar en los procesos de migración, refugio y desarrollo, mediante acciones convenidas y corresponsables entre países”. Si tomamos en cuenta lo que indica el Pacto Mundial de Migración (el cual fue promovido por el gobierno mexicano y del que hizo caso omiso Estados Unidos) lo que comenta Tonatiuh tiene mucho sentido, y la tarea pendiente de los gobiernos que acudirán a la cumbre es garantizar una migración “segura, ordenada y normalizada”.

Entre los 23 objetivos que contiene el Pacto Mundial por la Migración, se habla de mitigar los factores adversos y estructurales que impiden a las personas construir y mantener medios de vida sostenibles en sus países de origen. También establece reducir los riesgos a los que se enfrentan los migrantes, respetando sus derechos humanos a través de protocolos, en los cuales, por cierto, Guanajuato es referente internacional según la ONU. Finalmente, considera crear condiciones propicias que permitan a todos los migrantes enriquecer nuestras sociedades a través de sus capacidades humanas, económicas y sociales, y así facilitar sus contribuciones al desarrollo sostenible a nivel local, nacional, regional y global.

¡Apertura! Así de simple y directo podría ser el eslogan de la Cumbre de las Américas, y no sólo por buscar abrir de manera organizada y normalizada las fronteras sino por la apertura de pensamiento y colaboración que debe imperar. ¡Vamos, vamos, vamos!, debería ser el grito de los líderes mundiales cada que se abra una posibilidad de reunirse para reorientar este mundo que cada vez tiene más fronteras (físicas y morales). Por lo pronto, estamos a horas de que inicie este encuentro y aunque no recibí invitación personal de la Casa Blanca ni de republicanos ni de demócratas, no estaría mal revisar cómo andan los vuelos a Los Ángeles, no vaya a ser que se requiera representación mexicana, y qué mejor que la de un estado como Guanajuato, en el que tratamos a nuestros vecinos de todo el mundo como personas y no como migrantes indocumentados.


“El futuro de Norteamérica iniciará cuando dejemos de pensar que nuestros vecinos más cercanos son extranjeros”, Ronald Reagan.

La Novena Cumbre de las Américas se llevará a cabo del 6 al 10 de junio en Los Ángeles, California, y el entorno que envuelve a este importante encuentro luce incierto. Estados Unidos será el país sede y, en automático, la adrenalina política ha encendido los ánimos de los analistas que siguen preguntándose: ¿qué mandatarios aún no le confirman a Joe Biden su asistencia? Algunos dirán que la agenda es lo más importante y no las ausencias, sin embargo, como se dice en la política: el mensajero es el mensaje y la falta de algunos mandatarios podría debilitar la reunión. Ahora bien, ¿qué temas se abordarán? Los tópicos a debatir serán la democracia, desarrollo económico y seguridad, aunque personas cercanas a la Casa Blanca prevén que la migración será el asunto central y, sabedores del panorama antiinmigrante que heredó Donald Trump, las discusiones podrían subir de tono.

Al ver el debate sobre la posibles ausencias de algunos mandatarios a la cumbre, recordé el libro La idea de América del Norte: una visión de un futuro como continente del Dr. Robert Pastor, colaborador del entonces presidente de Estados Unidos Jimmy Carter y quien tuvo reuniones con George W. Bush y Vicente Fox sobre el sueño de una Comunidad de Norteamérica. “Las grandes diferencias entre las naciones generan la idea de que debemos protegernos de los demás. Esto explica por qué muchos países americanos se han pasado más de 150 años construyendo barreras”, relata Pastor en su obra. El antecedente que plantea el autor enmarca la resistencia que persiste en nuestro continente a la hora de analizar y definir estrategias que rompan las barreras de las que habla Pastor. Desafortunadamente, y como lo llegué a comentar con el Dr. Robert Pastor en mi época de académico, la visión de una América en la que la migración sea por el talento de los migrantes y no por escapar de crudas realidades se ve todavía lejana.

Apenas la semana pasada, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) informó que ya son más de 100 millones de personas “expulsadas” de sus hogares en todo el mundo. En este contexto, vemos que las fronteras territoriales se han extendido hasta convertirse en muros de impotencia de algunas naciones que no han logrado afrontar de manera efectiva a la migración. En los noticieros vemos que la expulsión masiva es motivada por violencia, desastres naturales, crisis de estado, desaceleración económica, guerras y toda una poética de infortunios que obligan a estas personas a dejar sus países de origen.

En este sentido, la Cumbre de las Américas debe ser una suma de voluntades que se traduzca en políticas regionales de impacto inmediato. Mi reconocido Tonatiuh Guillén López, catedrático de la UNAM, escribió en un artículo la semana pasada que esta reunión “es una oportunidad para concretar nuevas formas de comprender y actuar en los procesos de migración, refugio y desarrollo, mediante acciones convenidas y corresponsables entre países”. Si tomamos en cuenta lo que indica el Pacto Mundial de Migración (el cual fue promovido por el gobierno mexicano y del que hizo caso omiso Estados Unidos) lo que comenta Tonatiuh tiene mucho sentido, y la tarea pendiente de los gobiernos que acudirán a la cumbre es garantizar una migración “segura, ordenada y normalizada”.

Entre los 23 objetivos que contiene el Pacto Mundial por la Migración, se habla de mitigar los factores adversos y estructurales que impiden a las personas construir y mantener medios de vida sostenibles en sus países de origen. También establece reducir los riesgos a los que se enfrentan los migrantes, respetando sus derechos humanos a través de protocolos, en los cuales, por cierto, Guanajuato es referente internacional según la ONU. Finalmente, considera crear condiciones propicias que permitan a todos los migrantes enriquecer nuestras sociedades a través de sus capacidades humanas, económicas y sociales, y así facilitar sus contribuciones al desarrollo sostenible a nivel local, nacional, regional y global.

¡Apertura! Así de simple y directo podría ser el eslogan de la Cumbre de las Américas, y no sólo por buscar abrir de manera organizada y normalizada las fronteras sino por la apertura de pensamiento y colaboración que debe imperar. ¡Vamos, vamos, vamos!, debería ser el grito de los líderes mundiales cada que se abra una posibilidad de reunirse para reorientar este mundo que cada vez tiene más fronteras (físicas y morales). Por lo pronto, estamos a horas de que inicie este encuentro y aunque no recibí invitación personal de la Casa Blanca ni de republicanos ni de demócratas, no estaría mal revisar cómo andan los vuelos a Los Ángeles, no vaya a ser que se requiera representación mexicana, y qué mejor que la de un estado como Guanajuato, en el que tratamos a nuestros vecinos de todo el mundo como personas y no como migrantes indocumentados.